domingo, 8 de septiembre de 2013

Mamandurrias y martingalas olímpicas

De nuevo, y ya van tres veces, Madrid ha sido descartada como sede olímpica. Que nuestro rancio y patatero patriotismo no se venga abajo, y pensemos que nos han hecho un favor, como verdaderamente así ha sido.
Viendo los seis mil millones de euros en gastos que lleva la capital madrileña en su obsesiva obsesión de conseguir ser sede de unos juegos olímpicos, desde que a los ex alcaldes Álvarez del Manzano y  Ruiz Gallardón se les metió entre ceja y ceja tener unos bonitos y fastuosos juegos para uso y disfrute de la ciudadanía, hasta la actual alcaldesa señora Botella, colocada en el puesto por unos méritos que se nos escapan a la plebe y chusma de esta ciudad, esta última decepción olímpica debe hacer pensar a los encargados de meternos en estos berenjenales, que ya vale de hacer el tonto, y más con el dinero del contribuyente. Desde 1993 llevamos intentando conseguirlo. ¿Envidia de Barcelona 92? ¿Cabezonería a la española? ¿Tontuna congénita?
La idiotez supina de nuestros gobernantes sí que es olímpica y de la de pillar podio. Hasta medalla podríamos ganar en estupidez política. Para la ciudad de Buenos Aires fueron, sin reparar en gastos, la flor y nata de los prebostes patrios para apoyar la candidatura española. Esta vez se las prometían muy felices, todos ellos firmes y fanáticos creyentes de la lógica y razonable aserción de que a la tercera va la vencida. Desde nuestro  príncipe Felipe y su esposa la princesa Letizia, pasando por la alcaldesa de Madrid, el presidente de la comunidad madrileña Ignacio González, y nuestro televisivo y plasmático presidente de gobierno señor  Rajoy, regalaron sonrisas, apretones de manos, besos y abrazos a todo aquel que tuviese voz y voto para que Madrid fuese elegida. Parecía que con eso, los dos millones de euros que nos ha costado contratar a Terrence Burns como asesor para conseguir los juegos, y el tener el 80 % de las instalaciones deportivas construidas, sería pan comido... pero ni aún así. Al final ha sido Tokio quién se ha llevado el gato al agua. El COI ha preferido la radiactividad de Fukushima, a la alegría, el desparpajo y el relaxing cup of café con leche de Madrid. Hasta Estambul, la otra candidata, considerada como el rival más débil de las tres ciudades que optaban a ser organizadoras de los Juegos Olímpicos 2020, nos ganó por la mano.
Estas ceremonias para elegir la candidatura de los Juegos Olímpicos cada vez se me parecen más al rancio y ridículo festival de la canción de Eurovisión. El exceso de sonrisa profiden en todos los rostros, las imposturas de los organizadores, y la inocente estupidez de sus concursantes llegan a provocar incontenibles náuseas. Y luego las lágrimas, lamentos e histeria desoladora al conocer la derrota, hacen que la vomitera sea inminente. Me pregunto que hacemos ahí optando a nada.
No nos rasguemos las vestiduras por no poder acoger (palabra extraña en el contexto olímpico-político-económico que se mueve entre las bambalinas del COI) los siguientes juegos. Si lo pensamos fríamente, a los únicos que les ha contrariado no poder disfrutar de tan fraternal y deportivo evento mundial, es a los comisionistas de turno y a las grandes empresas constructoras que aún tienen toneladas de cemento y ladrillo a los que dar salida.
A cambio hemos ganado, y esta vez sí que ese "hemos" es el referido a todo el conjunto de la ciudadanía, librarnos de un gasto innecesario en el momento de crisis actual, que habría dejado en purrela los 6.000 millones de euros gastados ya, la tranquilidad necesaria para poder centrarnos en los asuntos verdaderamente importantes que asfixian al país, y que ésta sea la puntilla necesaria para que la posible construcción del mega proyecto Eurovegas no se lleve a cabo. Al final va a ser verdad aquello de: "Dios aprieta pero no ahoga".
Pero no lloremos, ni nos desconsolemos, ni mucho menos tiremos la toalla ante lo que algunos empiezan a ver como una conjura internacional contra la sacro santa España, vistos y oídos algunos de los comentarios y discursos de nuestros olímpicos compatriotas. Oyéndoles parece que nos han vuelto a birlar  Gibraltar.
Tranquilidad, es posible que nuestra insigne camarilla empresarial y gobernante, ya estén pensando en que no hay dos sin tres, ni tres sin cuatro. ¿El último para las del 2024?