viernes, 24 de enero de 2014

Dildos religiosos y regalos presidenciales.

Un pequeño brote de histeria religiosa parece estar extendiéndose por entre los miembros del gabinete de gobierno, al mismo ritmo que proliferan las palomas -representación del espíritu santo como todos los bautizados sabemos-, por los parques y jardines de nuestras pecadoras ciudades.
Invocar a los santos y santas de nuestro gregoriano calendario se está convirtiendo en una tradicional costumbre gubernamental. Casi tan famosa como la coletilla quitamarrones: "Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir", que puso el rey de moda al accidentarse en Botsuana mientras cazaba elefantes, y a la que se agarran, como ladillas a los genitales, todos aquellos cargos públicos que piensan que un "lo siento" es suficiente para olvidar algunos asuntillos delictivos cometidos en el afán de enriquecerse a costa de sus votantes y demás paisanos, para finalmente echar pelillos a la mar.
Que sea nuestra abuela, mientras trastea ajetreada en la cocina para que suba el bizcocho, quien invoque a Santa Teresa, no me parece mal. Ya sabemos como son las abuelas. Pero que sea todo un señor ministro del interior -he de suponer que con estudios superiores-, quien invoque a la santa abulense para que interceda por España... eso ya me inquieta. Si un alto cargo publico que cobra un generoso sueldo público, decide dejar todo el peso de su trabajo y la solución de los problemas que ese cargo conlleva, en manos de una imagen de escayola bendecida... eso me empieza a aterrar.
No ha sido el único miembro del gobierno que pide la intercesión de algún santo o virgen homologada. La, aún, ministra de trabajo, doña Fátima Báñez, ya pidió ayuda a la Virgen del Rocío para acabar con el paro, pese a ser competencia y responsabilidad suya el hacerlo, o al menos intentarlo.
Doña Ana Botella, alcaldesa de Madrid pese a los sufridos madrileños, pidió encomendarse a la Virgen de la Almudena, recién llegada doña Ana de un spa portugués al que se había ido de retiro espiritual el fin de semana cuando ocurrió la tragedia del Madrid Arena.
Dos casos a los que se suma ahora nuestro devoto ministro del interior Jorge Fernández.
Cuando no se tiene ni la más remota idea de saber por dónde ir, es mejor chuparse el dedo y alzarlo arriba para, con gesto severo y concentrado, decir despacio y vocalizando bien, que con la ayuda de Dios todo irá perfectamente y no habrá que preocuparse por nada. Un "Dios proveerá" a modo de medallita del tamaño de un pino para colgarnos del cuello; y un "No me olvides" a modo de guía espiritual con que esposar nuestras muñecas; como regalo de estos seminaristas de pacotilla que nos gobiernan.
Está claro, a tenor de tanta invocación religiosa, que estamos en buenas manos, y no tenemos de qué preocuparnos.
En este país está empezando a oler a cera de iglesia hasta en el código penal. Ámbito éste, el religioso-judicial, a cargo del ínclito ministro de Justicia, señor Alberto Ruiz-Gallardón, otro moderno y clerical representante de nuestro ilustre gobierno del partido popular. Parecen haber desempolvado, junto a las pelusas con olor a incienso y al moho que cubría las tapas del Antiguo Testamento, toda la cacharrería religiosa que dormía la paz de los justos en los cuartos trasteros de las parroquias del país.
Pero, pese a tanta encomienda santurrona, no se ven los frutos tantas veces prometidos. Parece que Dios está flojo, o al menos no está por la labor de echar una mano.

Hasta nuestro presidente don Mariano Rajoy, en su visita a la Casa Blanca, sólo se trajo de vuelta una caja de M&M's en el bolsillo, y un apretón de manos del presidente norteamericano Barack Obama. Igual don Mariano, debería haber regalado al presidente Obama un rosario de plástico. Bendecido, por supuesto. El cambio hubiese sido más equilibrado. Aunque fueron facsímiles los libros regalados por nuestro generoso presidente, no significa que fueran unas baratijas. ¿Nadie se ha preocupado por saber el precio de dichos facsímiles? Por cosas cómo esta me explico nuestro grave déficit comercial. ¿Qué esperaba don Mariano recibir en el presidencial intercambio de regalos? ¿El sable que portaba el General Robert E. Lee en la batalla de Gettysburg?
El concepto de austeridad que tienen algunos presidentes, queda claro que no es el mismo que tienen otros. Hasta el difunto Coronel Gadafi, recuerdo que regaló un caballo al que era presidente español en aquella época, don Jose María Aznar, en una visita de estado que éste le hizo en su feudo de Trípoli. Me refiero a cuando algunos líderes occidentales eran amigos de Gadafi, antes de dejarle a su suerte y acabar ejecutado, o asesinado, pues todavía no está del todo claro. También el expresidente Jose Luis Rodriguez Zapatero fue a visitarlo alguna vez.
Por cierto hay regalos, que a la larga salen caros. A este regalo del líder libio hay que darle de comer y beber varias veces al día. Pero sinceramente, prefiero dar de comer a este caballo, que no ver en la mesa del despacho de la Moncloa, junto a la grapadora y los clips, una cajita de M&M's abierta. Y me alegro que al menos haya acabado en una cuadra junto a otros caballos. Podía haber sido peor y podrían haberlo llevado a un matadero para aprovechar su carne, como les está pasando a muchos otros caballos.
Una cosa es no gastar mucho en un regalo -o gastar demasiado-; y otra es llegar y repartir unos cuantos chicles y sonrisas entre los invitados a la fiesta, para luego beberse hasta el agua de los floreros, y al despedirte palmear la mejilla del anfitrión mientras le das las llaves del coche y le dices que te lo acerque a la puerta, deslizándole un billete de 10 € en uno de los bolsillos de su camisa, mientras que con la mano libre palmeas el trasero de su esposa. Tampoco es eso.
En el noble arte de los intercambios presidenciales hay que ser astuto como una rata de cloaca y estratega como un jugador de ajedrez o viceversa.
Igual empieza a cundir el ejemplo en nuestros presidentes patrios y de aquí en adelante empiezan a regalar llaveros y pins con la imagen de algún venerado santo y a ofrecer una copita de Quina Santa Catalina y yemas de Santa Teresa a las visitas de estado que se dejan caer por Zarzuela o Moncloa, palacios ambos.
¿Llegaremos a ver como se fabrican en masa dildos representando objetos de culto religioso para satisfacer  los egos y las necesidades de nuestros insignes beatos y beatas miembros del gobierno? ¿Veremos alguna vez a alguna ministra sacar un vibrador religioso de su bolso y tras una dura sesión parlamentaria excusarse y encerrarse en el cuarto de baño del congreso?
No pretendo ser irreverente pero cosas más raras se han visto, y cosas más raras han excusado y perdonado para sí mismos y sus amigos aquellos que nunca excusan ni perdonan nada en los demás.
Vale que a caballo regalado no hay que mirarle el diente, pero traerse nada más que unas chocolatinas de Washington se me antoja poca cosa.

jueves, 23 de enero de 2014

La sangría española.

Hay muchas formas de hacer sangría, y a veces incluso buenas. 
Básicamente sus ingredientes son: vino, azúcar, limón y otras frutas picadas. Es una bebida refrescante, algo dulzona y agradable de beber, sobretodo cuando está bien elaborada. Y lo mejor de todo: es una receta sencilla.
Basta mezclar todo en una jarra y dejar macerar un par de horas todos los ingredientes antes de beberla. Y si se añade hielo mejora más.
Es una bebida típica veraniega pero a nuestro actual gobierno, con don Mariano Rajoy a la cabeza,  eso no le para en barras y nos está enseñando otra forma de hacerla para así poder disfrutarla todo el año; y me temo que la resaca que provoca esta sangría neoliberal tiene todas las papeletas para convertir su resaca en una resaca de órdago. 
Se ha encasquetado el gorro de cocinero y siguiendo las recetas que le dicta la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, el FMI y demás organismos con estrella Michelín que saben de estas cosas de la economía -crisis mediante- y que poco a poco nos están matando de hambre; está sorprendiendo, incluso a los abstemios, con la nueva sangría Marca España, bajo la denominación de origen: typical spanish, que con una alegría cómo solo don Mariano puede derrochar a manos llenas, y con un salero de ese que tanto le sobra y derrama sobre nosotros, intenta deleitarnos en su puesto de master chef  pese a ser un vulgar pinche de cocina, y además de los malos. 
Se le nota contento. No me pregunten porqué, pues motivos no le sobran precisamente. Los avisos de Bruselas sobre el paro y los desequilibrios económicos son del mes de Noviembre. En Enero seguimos igual.
No hay más que escucharle cuando se levanta poético, aunque resulte de lo más patético -y pido perdón por el descuidado pareado-. Aunque no tengo idea de dónde saca este ramillete de optimismo trufado de buenos deseos a la vista de los últimos datos conocidos hoy mismo.
Le ponen a mover las varillas para mezclar la sangría y ya se ve como un consumado maestro de la coctelería -y vuelvo a pedir perdón por la rima-.
Es como los niños chicos, se le contenta con cualquier cosa que le den para entretenerse, pero que no sea más complicado que encajar los objetos en sus huecos correspondientes. Lo de emparejar por colores, aún es pronto para él.
Lo malo es que la sangría que está preparando don Mariano tiene los elementos necesarios para convertirla en un cóctel... molotov.
Está apretujando en la jarra, con el almirez de su visión retro española, demasiadas humillaciones innecesarias a los ciudadanos que hemos tenido la desgracia de nacer en este pintoresco país. Y digo pintoresco, no sólo por sus bonitos paisajes, sino por los dirigentes que desde siglos hemos tenido, ya sea porque nos han tocado -la mayoría de las veces-, o porque los hemos elegido -las menos veces-. Tal cantidad de berzotas guiando los destinos de España, no puede ser casual. En todos los países cuecen habas, tampoco se libran del berzotismo ilustrado más allá de nuestras fronteras, pero el caso español es para estudiarlo con detenimiento. El darwinismo social ibérico se está haciendo demasiado insoportable, especialmente desde que llegó al poder el ultraneoliberal, ultraconservador y ultracatólico -para lo que quiere- Partido Popular.
Machacar en su jarra ideológica a: los desahuciados de sus casas; a los ahogados por unas tramposas hipotecas; a los parados, ya sean jóvenes, mayores o de mediana edad; a los trabajadores precarios, tanto en sueldo como en condiciones de trabajo; a los autónomos engañados, y a los que se dejaron engañar; a los pensionistas; a los inmigrantes cotizantes y a los que no cotizan pero trabajan, y no cotizan porque a algún gran patriota contratador se la pone dura tener a gente sin papeles y evitarse rollos con los contratos de trabajo, amén de ahorrarse un dinerillo con la Seguridad Social; y luego añadir, junto al hielo, recortes en todos los aspectos: sanitarios, educativos, de formación, de investigación, de desarrollo... y et voilá! ¡Una deliciosa sangría con todo el sabor concentrado de España, y su prestigiosa marca, dispuesta a ser seleccionada como sangría exclusiva y oficial  de cualquier país que quiera evolucionar en su ascenso a la miseria más absoluta!
¡Gracias Europa! Gracias por mirar por los intereses de los países más enmierdados precisamente por seguir a rajatabla tus reglas y consejos. Thanks, Merci, Danke, Grazie, Tack.
Muchas gracias por convertirte, y convertirnos a los demás países, en un conglomerado apestoso de intereses mercantiles en el que la voz de la gente apenas sea un soplo inaudible tras las cristaleras de los parlamentos, y dichos parlamentos no sean más que mercadillos de ocasión a sueldo del mejor postor.
Dear Europa: disfruta de esta sangría hasta que te salga por las orejas. Genuino sabor español. Te vas a jartar de beber. De seguir así, acabará desbancando a la cerveza incluso en Bruselas.

lunes, 20 de enero de 2014

El autobús de los multimillonarios.

Leyendo y releyendo esta noticia, no hago más que hacerme, una y otra vez, una doble pregunta: ¿estamos tontos o somos tontos?
Noticias de este tipo y calibre, con sus correspondientes gráficos para poder entenderlas y asimilarlas mejor, hay que analizarlas al detalle.
Conocemos las causas, sabemos cuál es la solución para invertir esa injusta e injustificable situación, pero parece que no estamos por la labor de intentar hacer desaparecer esta tremenda injusticia social. 
Ni siquiera por puro egoísmo, para poder inclinar la balanza a nuestro favor; ya que somos nosotros: la clase trabajadora, la clase desfavorecida, la parte de esta ecuación social que sale perdiendo con la situación actual; logramos ponernos manos a la obra para revertir dicha injusticia.
Es como si hubiésemos asimilado nuestro papel de súbditos porqueros del Rey Dinero, o mejor dicho, de quienes tienen el dinero, y al igual que esos cerdos que cuidamos en nuestra labor de porqueros, nos gusta revolcarnos en nuestra propia inmundicia y desgracia, y parecemos estar agradecidos por poder revolcarnos en ella. Gracias, señor -oink, oink-, por esas sobras y desperdicios que nos tira al fango -oink, oink- para alimentarnos, señor -oink, oink-.
El ejemplo del autobús aquí viene al pelo. No es difícil de entender. Es incluso mejor que los gráficos.
Imaginen un autobús de dos pisos. Imaginen un Routemaster, que es el típico bus londinense. Ese de color rojo como el de la foto del encabezado de este post. Aunque los nuevos modelos son de este tipo con capacidad para 87 pasajeros y también nos valdrían como ejemplo, nos vamos a quedar con el antiguo. Queda más vintage y elegante ya que estamos hablando de multimillonarios.
Estos autobuses, los clásicos que todo el mundo tiene en su ideario turístico cuando visita Londres, pueden transportar 65 pasajeros sentados y 30 de pie. Caben un total de 95 personas. Es decir que si los 85 multimillonarios, conocidos y reconocidos, que viven a cuerpo de rey Midas en este planeta, decidiesen montar en este autobús para darse un garbeo y ver como viven los pobres, aún tendrían sitio para que subiesen 10 multimillonarios más. Posiblemente en estos momentos, esos 10 multimillonarios que faltan para llenar el bus, ya estarán esperando en la parada, y antes que acabe el año habrán subido y tomado asiento.
En el caso español, con un microbús de esos que ahora te llevan y te traen en las bodas para que no tengas que coger tu coche, es suficiente.
Saber que 20 compatriotas -igual ellos se hacen llamar patriotas a secas- posen la misma riqueza que los 9 millones más pobres de españoles, pese a intuirlo, no deja de ser sangrante.
No es que tenga nada en contra de los multimillonarios, tan sólo es que por cada uno de esos multimillonarios que aparecen en la revista Forbes, resulta que salen, pateados en sus traseros, por la puerta trasera de nuestra sociedad unos cuantos centenares de miles más de pobres y excluidos sociales. ¿Causa directa? Seguramente, pero no soy quién para sacar los colores a una panda de pijos malcriados que, ni tienen ninguna empatía por sus semejantes, ni sienten ninguna vergüenza por las tropelías que cometen para seguir acumulando riqueza.
Me vuelvo a preguntar: ¿estamos tontos o somos tontos? Por mi parte no tengo nada más que analizar sobre esto.
Si el concepto: "cuatro gatos", alguna vez ha tenido un sentido de escarnio absoluto, ha sido ahora con este autobús de multimillonarios de turismo por el mundo. Su lema churchilliano seguro que está escrito con letras doradas en sus despachos: "Nunca tantos debieron tanto a tan pocos".