viernes, 26 de octubre de 2012

Rigor mortis

Algo tan de justicia, básico y elemental como es tener una casa, se asemeja cada vez más a una quimera. Que el derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada esté recogido en la Constitución en su artículo 47, no preocupa lo más mínimo ni al gobierno, ni al sector inmobiliario, ni al sector bancario. Que a quién de estos tres actores implicados en el asunto de la vivienda preocupa menos, eso, redundantemente, también es lo de menos... aunque no estaría de más saberlo.
520 desahucios diarios. Quinientos veinte. O si se prefiere en números romanos DXX. 520 casas quedan vacías y sus inquilinos desalojados por orden judicial. 520 casas que eran ocupadas por personas quedan vacías, aumentando un parque inmobiliario ya de por sí inflado. 520 casas que eran ocupadas por familias vuelven a manos de los bancos propietarios de sus hipotecas.
El drama personal que están viviendo miles de personas, pendientes de un desahucio que les llegará vía judicial y con todos los sellos y triplicados correspondientes, es ya un drama social en el que todos estamos implicados. Es raro encontrar a alguien actualmente que no tenga alguna hipoteca firmada con algún banco para poder acceder a una vivienda. Me refiero a alguien de la clase trabajadora.
Y para añadir más enjundia al asunto comprobamos como, ahora que los bancos prestan dinero a punta de pistola, los créditos millonarios son dados con alegría, campechanía, unas copas para celebrarlo, un apretón de manos y unas palmadas en la espalda, mientras los créditos a las familias no se conceden o lo hacen bajo condiciones leoninas. De vivir en un mundo al revés y que gira constantemente, ya no sé si la sangre se me sube a la cabeza o me baja a los pies.
En Granada, un hombre agobiado y desesperado ante su inminente desahucio, decidió acabar con todo de la manera que lo hacen los que sufren sin molestar y en silencio, ahorcándose en el patio de lo que hasta aquel día fue su casa y la de su familia. No dejó una nota. ¿Para qué? Antes de llegar los forenses, la policía enviada con la orden judicial para proceder al desahucio estaba allí velando el cadáver.
No es el primero ni será el último. Si fuese creyente diría que Dios lo tenga en su gloria, pero como no lo soy, lo único que tengo es rabia ante esta injusticia, otra más, del sistema que seguimos sustentando entre todos mientras nos vamos dejando morir poco a poco y en silencio.

Hoy se han sabido los datos del paro actualizados. La tasa es ya del 25 %. Más de 5.778.100 personas que no tienen trabajo. En la Constitución hay un artículo, el 35 que dice en uno de sus puntos:

1. Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.

Tener el deber y el derecho parece que no es suficiente para conseguir un trabajo digno con el que poder sustentarse y sustentar a la familia. La letra y el espíritu son muy bonitos, pero si no se materializan no sirven para nada. La cruda realidad siempre termina apedreando los cristales de nuestros ilusorios palacios en el aire.

Estos dos artículos aquí indicados son dos ejemplos, entre otros muchos, de en lo que se ha convertido esta Constitución que "los españoles nos hemos dado", según nos recuerdan nuestros gobernantes en cuanto tienen ocasión (y si no la tienen la buscan).
Esta Constitución de 1978, es como esa vajilla lujosa y cara que nos regalaron el día de nuestra boda y que cuando vienen visitas a casa mostramos con orgullo y satisfacción, para inmediatamente servir la comida en platos de plástico comprados en el supermercado de la esquina.
Desde hace años, prácticamente desde que se firmó y legalizó, es un librito cuya función exclusiva es adornar las estanterías de los despachos de nuestros gobernantes; y cuando estos se deciden a usarla es para colocarla bajo la pata de alguna mesa o silla que cojea.
Algunas personas dicen que la Constitución está anquilosada o que padece de esclerosis múltiple. Creo que es algo más simple pero mucho más grave. Está muerta. Muerta por no usarla. Se la ha dejado languidecer olvidada, hasta que el polvo y los ácaros la han asfixiado. El rígor mortis que ha adquirido es un síntoma de ello.




 

          

                           

domingo, 21 de octubre de 2012

La marca España.

El rey Juan Carlos I, el presidente del gobierno don Mariano Rajoy y una selecta representación de empresarios patrios están promocionando la marca España por los confines de la tierra para conquistar el mercado internacional. Quieren que la gente al oír el nombre de España, piensen en calidad, seriedad, bienestar, responsabilidad y oportunidad. Todo eso me parece bien, pero creo que olvidan que cualquiera que venda un producto o una marca, lo primero que tiene que hacer es conocer dicho producto o marca y además creer en ella. Y viendo las actuaciones recientes de tanto el rey, como el presidente del gobierno, como de los empresarios patrios seleccionados para tal fin, se nota, se intuye y se huele que no conocen realmente la marca que tienen entre manos y ni mucho menos creen en ella. Porque si realmente creyeran en ella, no habrían propuesto, ni mucho menos consentido los recortes económicos irracionales en investigación, educación y sanidad que unos imponen y otros aplauden.
Una cosa son los deseos y otra la realidad. Y la realidad con que nos ven fuera de nuestras fronteras difiere bastante de nuestros deseos de como queremos ser vistos. Pese a la insistencia de nuestros embajadores "marca España", la prensa internacional nos retrata más fielmente que como lo hacemos nosotros. Es difícil y además suena a intento de engaño pretender hacernos pasar por algo que no somos. Desde el exterior la idea que tienen de España, una idea basada en datos y hechos que ven y constatan a diario, es la de un país que está cayendo por una pendiente que cada vez se acerca más rápido al borde de un precipicio de futuro incierto. Hay que ser muy buen vendedor para hacer cambiar esa opinión y sinceramente nunca nos hemos sabido vender, ni entre nosotros mismos.
Promocionar una marca que empieza a buscarse la vida entre los contenedores de basura, que casualmente es la imagen que nos retrata actualmente, requiere un esfuerzo sobrehumano, pero sobre todo requiere un ejercicio de honestidad consigo mismo que ahora mismo se hecha en falta y que poca gente parece dispuesta a hacer.
Idealizar la Marca España en su vertiente deportiva es algo, pero es algo estúpido e inútil que no nos reporta beneficio alguno, excepto ese orgullo endémico que parecemos tener incrustado en nuestros genes más rancios. No creo que ganar algunas medallas (tirando a escasas) en las últimas Olimpiadas del 2012, ganar un Mundial de fútbol en el año 2010 (después de haberlo intentado en 13 ocasiones) y tres Eurocopas de un total de 9 participaciones, sean habilidades reseñables para poner en nuestro "currículum vítae patriótico".
Pero no somos tan lerdos como nos pudiera parecer en un primer momento a nosotros mismos. Tenemos ejemplos españoles de emprendedores como el inventor del Chupa Chups, los famosos caramelos con palo (aunque desde el año 2006 la empresa pertenece a una firma italiana); o como el inventor de la fregona (fregona que deriva de unas patentes anteriores de algunos inventores norteamericanos). Y en el ámbito más serio podemos hablar del inventor del autogiro (aunque parece ser que el verdadero inventor no fue Juan de la Cierva, sino el también español y mallorquín por más señas Pere de Son Gall) o el inventor del submarino (que también parece ser que no fue Isaac Peral, sino el logroñés Cosme García Sáez). Estos ejemplos nos dan una idea de como está en cuestión de avances y reconocimientos de inventos el país. Por cierto, sobre los tropiezos de Isaac Peral con los ministros y jerifaltes con los que le tocó lidiar para intentar poner en marcha su proyecto, también nos dan una idea del apoyo que se da en España desde tiempos inmemorables a aquellos que inventan. Si el apoyo fuese una muleta estarían todo el tiempo arrastrándose por el suelo.
Para ser esta "una nación de mas de 3000 años de historia", según dice doña Esperanza Aguirre  expresidenta de la Comunidad de Madrid, actual presidenta del PP madrileño y funcionaria a ratos (siempre y cuando no tenga algún mitin político al que acudir o una partidita de golf pendiente a la que ir a hacer unos hoyos), se podría decir que nos hemos estado tocando el badajo tumbados a la bartola viendo pasar el progreso en lontananza.
Existen marcas que provocan atracción inmediata del potencial consumidor/comprador, en cambio existen otras marcas que lo único que provocan es un deseo irrefrenable de alejarse lo más posible de dicha marca. Sería buena idea poner a investigar a nuestros científicos, si aún nos queda alguno que no haya decidido emigrar, en cosas que repercutan en beneficio para el conjunto de la población y además sean exportables. Con lo que cobran media docena de estrellas del balompié de nuestra Liga de Fútbol, se podrían acondicionar unos cuantos laboratorios y dotarles de algo más que las probetas y microscopios que usaron en sus estudios los Nobel Santiago Ramón y Cajal y Severo Ochoa. Los dos únicos premios Nobel de medicina de nuestra "milenaria" historia. Y es que a veces las marcas son llevadas más como un estigma que como un orgullo.