sábado, 6 de octubre de 2012

Delirium tremens

Hay gobiernos que se emborrachan con el poder y luego existen gobiernos que el poder los alcoholiza. El gobierno actual del PP pertenece a la categoría de los segundos.
Una borrachera con ser mala, se acaba pasando, luego hay que sufrir la resaca, pero ya se sabe, paciencia, mucha agua y a aguantarse.
El alcoholismo es más grave. Es una enfermedad que requiere tratamiento. Esta adicción aunque tiene cura es difícil de tratar; como difíciles son todas las adicciones. Pero pese a que existen terapias y medicinas que ayuden a sanar, estas no valen de nada si no existe una fuerza de voluntad que de verdad quiera curarse. En todos los grupos de desintoxicación el primer paso que hay que dar es reconocer que se es adicto. Levantarse del asiento, mirar a la gente a la cara y decir: " Hola. Soy el gobierno del Partido Popular que salió votado en las pasadas elecciones y soy alcohólico".
La labor desquiciada que hace el gobierno, frente a lo que prometía antes de las elecciones y salir votado, es digna de estudio psiquiátrico.
Y hace unos días el intento por una parte del PP de limitar el derecho a la manifestación es posible que sea debido a su adicción. En este artículo hay algunas declaraciones al respecto de algunos altos cargos de dicho partido.
Igual no viene mucho a cuento pero ahora recuerdo al ex presidente Aznar hablando sobre lo que puede hacer o no hacer sin que nadie le tenga que decir nada por ello.
También recuerdo a algunos dueños de bares (producto de su propia ideología ultraconservadora e instigados interesadamente por la ex presidenta madrileña Esperanza Aguirre entre otros altos cargos del PP) que pusieron el grito en el cielo cuando el anterior gobierno del PSOE sacó la ley que prohibía fumar en dichos establecimientos. Y no solo pusieron el grito en el cielo sino que se saltaron la ley... porque ellos son así. Fieles seguidores de la Ley del embudo: "ancho para mí y estrecho para los demás". Me gustaría saber si aquellos "empresarios" de hostelería que tanto gritaron e incumplieron la ley antitabaco, hoy con el PP en el poder, siguen gritando e incumpliéndola. No he vuelto a ver ni a oír quejarse a ninguno de esos "anarquistas neoliberales", como este por ejemplo, por no poder fumar en los recintos públicos cerrados. La ley, que yo sepa al menos, sigue vigente.
Está claro que el concepto de libertad es distinto para según que personas. Hay personas que dicen ser libres por el mero hecho de poder beberse un par de copas y luego coger el coche sin miedo a que le pongan una multa. El hecho de que por beberse ese par de copas y coger el coche pueda provocar un accidente en el que alguien resulte herido o muerto, es algo que les es indiferente. Su "libertad" está por encima de esas fruslerías. Y también para algunos es un atentado a la libertad el que no te permitan fumar en un establecimiento público. Esa es la "libertad" que algunos piden y otros espléndidamente, pues les resulta muy fácil concederla, dan.
Está claro que para ciertas personas la libertad se reduce a eso, a poder fumar dentro de un bar. Es triste y vergonzoso ver luego, cuando desde el gobierno recortan o intentan recortar derechos civiles básicos y fundamentales, como esos mismos que sacan pecho mientras encienden un puro o un cigarrillo mirando desafiantes a su alrededor, se callan la boca ante los atropellos del poder de turno y hasta en algunos casos los jalean y justifican, cuando no hacen la vista gorda ante los desmanes por parte de algunos estamentos gubernamentales.
No protestar ante el intento de recortar y legislar (a su interesada conveniencia) el derecho a manifestarse y en cambio llamar a la "revolución" por no poder echarse un cigarrito en la barra de un bar ante unas cañas con los amigos mientras se pone de vuelta y media a los progres izquierdosos nos da una idea de la catadura moral de algunos de nuestros conciudadanos.
36 años de dictadura franquista ha dejado costumbres y tradiciones difíciles de cambiar. Y más difíciles de cambiar son si ni siquiera hay voluntad de cambiarlas.
La "libertad" que hoy vivimos es una libertad prestada y continuada por los herederos de aquella dictadura.
Y ahora me voy a fumar procurando no molestar a nadie. No es tan difícil si uno de verdad quiere.