sábado, 28 de julio de 2012

Pater Noster

Mario Draghi actual presidente del BCE ha salido a uno de los púlpitos más conocidos, la City de Londres, para aplacar a los mercados, esos ángeles vengadores cuyas espadas flamígeras atraviesan los corazones de las ovejas descarriadas.
Los mandamientos del Dios dinero se han de cumplir a rajatabla o el peso de su venganza caerá implacable contra los pecadores que se desvíen del camino marcado.Y tengan claro que Dios solo hay uno y es este.
El profeta Draghi que tiene línea directa con Dios ha hablado y su palabra ha bastado para calmar (momentáneamente) a una de las plagas enviadas por Dios, la prima de riesgo. "El Banco Central Europeo está dispuesto a hacer lo que haya que hacer para garantizar el éxito del euro, y créanme, será suficiente". Estas palabras han caído como maná del cielo en los oídos españoles e italianos en un momento en el que tan solo se esperaba que dicho cielo se derrumbase sobre nosotros. Pero no deberíamos engañarnos, es posible que ese maná sea pan para hoy y hambre para mañana; Dios no se fía mucho de los países mediterráneos.
La palabra de Dios no es cosa baladí y menos pronunciada por uno de sus profetas.  Ahora habrá que ver si pasa de las palabras a los hechos. Aunque en esta tierra de malos creyentes y recién convertidos que es España, necesitaremos algo más para salir del pozo en el que estamos. Han empezado los sacrificios que tanto el profeta Draghi como otros profetas han dicho que eran necesarios para volver a ganarnos el favor de Dios, pero insisten, aún son pocos e insuficientes.
Como cierto Dios ordenó a Abraham, igual nos piden que sacrifiquemos a nuestros hijos. ¿Seremos capaces de hacerlo?. En cierta manera ya lo estamos haciendo pues el paro juvenil ronda ya el 50% en los menores de 25 años, pero ¿seremos capaces de condenarlos más aún de lo que están si Dios lo ordena?
El paro alcanza casi al 25% de la población activa. El empleo público está en retroceso amenazando con colapsar ciertos servicios necesarios y fundamentales para la sociedad. Las administraciones públicas como garantes de derechos y libertades han retrocedido en sus cometidos y la empresa privada no consigue crédito para impulsarse a excepción de algún que otro oligopolio que en lugar de invertir sus beneficios sobre el terreno se lleva los beneficios a paraísos fiscales, supongo que bendecidos pues son paraísos, por este Dios tan estricto para unas cosas y tan laxo para otras.
¿Solo nos queda rezar? Al fin y al cabo el Padre Nuestro habla de deudas y deudores. Amén.









martes, 24 de julio de 2012

Ministro-monseñor

El conocido, antes de ser ministro de Justicia, como el "progre" del PP Alberto Ruiz Gallardón, ha resultado ser un católico tan concienzudo y concienciado con su causa que parece ser ya tiene ganado el cielo, el cielo católico por supuesto, ese cielo al que pretenden hacernos entrar aunque no queramos.
Más que un ministro de Justicia parece un misionero llevando el evangelio a las tribus salvajes y ateas de este país. Sus armas son la cruz y la Biblia en lugar del mamotreto del Derecho público; y si no queremos salvarnos por nosotros mismos, para eso está él en el puesto que Dios (y el presidente Rajoy) le ha dado, para salvarnos a golpe de decreto ley y de paso retrotraernos más de 30 años en el tiempo. Viajar en el tiempo sin moverse del mismo no es fácil y él lo está consiguiendo.
Tras ese porte elegante y altanero, el ministro de Justicia señor Gallardón, deja traslucir por las grietas de su conocido e ilustre apellido ese sutil desprecio hacia los que no son de su clase ni merecen estar a su altura. Cree que pasa desapercibido ese sentimiento de creerse "por encima de", pero no es así. Se le nota demasiado.
Ahora tiene otra batalla abierta con el aborto, cosa que no le va a quitar el sueño pues para eso está la mayoría absoluta que le han regalado al PP, para sacar su fondo de armario-ideológico contra viento y marea.
Estos convencidos creyentes de la fe en Cristo ¿podrán alguna vez dejar de intentar salvarnos a los demás no creyentes de las llamas eternas del infierno?. Por favor, sálvense ustedes y déjennos condenarnos a los demás.
El PP en conjunto y algunos miembros como el actual ministro Gallardón tienen clara una cosa: poner a cada uno en su lugar.
La "gente de bien", con nombre, posición y dinero, gobernando y dirigiendo las riendas del país que para eso son gente de orden y el país lo ganaron en la Santa Cruzada de la Guerra Civil.
Y "los demás", la gente que trabaja para poder comer, los que no tienen dónde caerse muertos, sin más futuro que el de acatar y cumplir las normas y leyes que la "gente de bien" dicta y promulga por el bien de todos (entendiendo "todos" por ellos mismos).
Abortar es "pecado" y además cada vez es una opción y decisión más difícil para las mujeres, a no ser que dichas mujeres pertenezcan a la casta ya nombrada de la "gente de bien", en cuyo caso no solo no es pecado sino que debido a su condición social están en su completo derecho de hacerlo (con todas las garantías sanitarias posibles) y además pueden pagarlo sin problema, que es de lo que se trata. Cada cosa en su lugar y cada uno en su sitio.
Si con la ley que existía, no se obligaba a la mujer a abortar ¿por qué con la ley que se ha sacado de su misal ministerial el señor Gallardón, ahora sí se obliga a no abortar incluso en circunstancias especiales como la malformación del feto, por ejemplo?. Cada uno en su casa y Dios en la de todos.
El ministro Gallardón parece que cada vez que abre el libro de Derecho penal utiliza un rosario a modo de marcapáginas.
Los pasillos del poder apestan a incienso y cera de las velas de las iglesias, casi tanto como al perfume con que se acicala la "gente de bien" y ese olor entre dulzón y rancio acaba siendo axfisiante para todo aquel que se cuestiona las cosas.
Hay hombres cuyo deseo más íntimo es vestirse con ropa sexy de mujer al ir a acostarse; el ministro Gallardón, tal vez en lugar de ponerse el pijama, lo que desea enfervorecidamente es ponerse los hábitos antes de echarse a dormir. Ministros tiene la iglesia.


lunes, 23 de julio de 2012

Sir Lancelot con boina y a caballo

Unos señoritos a caballo y con lanzas han conseguido que la Junta de Castilla-La Mancha regule una práctica casi extinguida (solo se mantenía en Doñana y no me pregunten porqué), bajo el pretexto de atraer turismo y negocio cinegético.
Yo pensaba que la gente cuando se ponía a ver los documentales de la 2 era para quedarse dormido frente al televisor, pero resulta que algún insomne lumbrera con contactos en la Junta manchega debió ver algún documental sobre el tema y se le encendió la bombillita "emprendedora"  de la que muchos empresarios hacen gala y ha conseguido rescatar del olvido la práctica sangrienta, brutal y cateta del lanceo del jabalí a caballo. En lugar de echarse a roncar como cualquier hijo de vecino, alguien puso interés en el documental de la sobremesa y ahora los jabalíes y los caballos que cargan con los Lancelotes ibéricos con boina y documentados en historia, sufren las consecuencias.
El fundador del Club Internacional de Lanceo dice, para justificar la implantación de dicha práctica, que Trajano el emperador de origen hispano, aparece representado en uno de los relieves del Arco de Constantino alanceando jabalíes. Dice también que era una práctica habitual en el siglo I A.C. y durante los reinados tanto de Alfonso X el Sabio como de Felipe II.
Creo que en dichas épocas, tanto en la de antes de Cristo como cuando vivían Trajano, Alfonso X el Sabio y Felipe II, también era normal cortar la mano a los ladrones, pero pese a su eficacia (muy cuestionable) para evitar los robos, hoy en el mundo occidental al menos, no se practica dicha normalidad al igual que no se practican (y creo que no por ganas de una buena parte de la curia) los autos de fe.
No es de recibo intentar recuperar dudosas y sangrientas tradiciones con la excusa de que antiguamente se hacían o porque determinados personajes históricos lo practicaban. Creo que demasiada gente confunde tradición con primitivismo en su sentido más Neanderthaliano y además algunas de esas personas lo confunden interesadamente para satisfacer sus bajos instintos agresivos o para favorecer una línea de negocio en la que son parte interesada y beneficiada.
Cazar jabalíes a lanzazos es tan "in" como sacarse las pelotillas de la nariz con la cucharilla del té porque se haya visto que lo hace un señor elegante pintado en un cuadro de la época victoriana colgado en la pared de un museo.
En España poner tradición y cultura en la misma frase no nos deja en muy buen lugar.

Otro ejemplo del amor hispánico por los animales y las tradiciones nos lo dan en Tordesillas (Valladolid) en su orgiástica y sangrienta fiesta del Toro de la Vega. Aquí en lugar de señoritos a caballo, los encargados de torturar a un animal (en este caso un toro) son la gente llana del pueblo. Para justificar dicha tortura y asesinato, se escudan en que es también una tradición antigua, de las más antiguas de España, pues data del año 1355 según unos o del año 1534 según otros pues es dónde aparece la primera referencia escrita sobre dicho evento; y que además en 1980 fue declarada Fiesta de interés turístico y en 1999 se declaró espectáculo taurino tradicional. Un par de declaraciones a los que se agarran como clavos ardiendo los defensores de dicha salvajada.
Que tanto los jabalíes como los toros en un momento dado se puedan defender de sus acosadores arremetiendo contra ellos y tratar de cornearlos y acolmillarlos, no es justificación para ser sacrificados de esa manera. Por las mismas se podría justificar la caza-matanza de ballenas alegando que si te cae una encima te aplasta y te mata; y no creo que se hayan dado muchos casos en la historia de la humanidad de muerte por aplastamiento de ballena, ni incluso en su hábitat natural que es el mar.
El maltrato y la matanza de animales siempre ha sido un rasgo psicopático. Intentar disimular dicha psicopatía en los ritos y tradiciones ancestrales y algunas no tan ancestrales como pudieran parecer, solo consigue que el conjunto de la sociedad adquiera cierto grado de psicopatía por contagio y eso es inquietante. Y si la sociedad acepta dichos ritos y tradiciones sin cuestionarlas siquiera, además es que es una sociedad poblada de imbéciles sin remedio. Muy del país y muy de lo "nuestro", pero imbéciles sin remedio a más no poder.
Posiblemente sea todo por una cuestión mal entendida, anquilosada y caduca sobre la virilidad y la hombría de los hombres (y de algunas mujeres). Pero debemos darnos cuenta del daño que podemos hacer y lo absurdo que es, si cada vez que queremos medirnos nuestros penes y sopesarnos nuestras bolsas escrotales para ello, en vez de coger una regla graduada y una balanza, elegimos un animal al que castigar, humillar, desangrar y matar entre gritos de ánimo y hurras al asesino. No hay ninguna nobleza en extinguir así una vida por muy de animal que sea.