Mario Draghi actual presidente del BCE ha salido a uno de los púlpitos más conocidos, la City de Londres, para aplacar a los mercados, esos ángeles vengadores cuyas espadas flamígeras atraviesan los corazones de las ovejas descarriadas.
Los mandamientos del Dios dinero se han de cumplir a rajatabla o el peso de su venganza caerá implacable contra los pecadores que se desvíen del camino marcado.Y tengan claro que Dios solo hay uno y es este.
El profeta Draghi que tiene línea directa con Dios ha hablado y su palabra ha bastado para calmar (momentáneamente) a una de las plagas enviadas por Dios, la prima de riesgo. "El Banco Central Europeo está dispuesto a hacer lo que haya que hacer
para garantizar el éxito del euro, y créanme, será suficiente". Estas palabras han caído como maná del cielo en los oídos españoles e italianos en un momento en el que tan solo se esperaba que dicho cielo se derrumbase sobre nosotros. Pero no deberíamos engañarnos, es posible que ese maná sea pan para hoy y hambre para mañana; Dios no se fía mucho de los países mediterráneos.
La palabra de Dios no es cosa baladí y menos pronunciada por uno de sus profetas. Ahora habrá que ver si pasa de las palabras a los hechos. Aunque en esta tierra de malos creyentes y recién convertidos que es España, necesitaremos algo más para salir del pozo en el que estamos. Han empezado los sacrificios que tanto el profeta Draghi como otros profetas han dicho que eran necesarios para volver a ganarnos el favor de Dios, pero insisten, aún son pocos e insuficientes.
Como cierto Dios ordenó a Abraham, igual nos piden que sacrifiquemos a nuestros hijos. ¿Seremos capaces de hacerlo?. En cierta manera ya lo estamos haciendo pues el paro juvenil ronda ya el 50% en los menores de 25 años, pero ¿seremos capaces de condenarlos más aún de lo que están si Dios lo ordena?
El paro alcanza casi al 25% de la población activa. El empleo público está en retroceso amenazando con colapsar ciertos servicios necesarios y fundamentales para la sociedad. Las administraciones públicas como garantes de derechos y libertades han retrocedido en sus cometidos y la empresa privada no consigue crédito para impulsarse a excepción de algún que otro oligopolio que en lugar de invertir sus beneficios sobre el terreno se lleva los beneficios a paraísos fiscales, supongo que bendecidos pues son paraísos, por este Dios tan estricto para unas cosas y tan laxo para otras.
¿Solo nos queda rezar? Al fin y al cabo el Padre Nuestro habla de deudas y deudores. Amén.
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