viernes, 21 de diciembre de 2012

Sanidad pública en huelga

No es ninguna tontería esa frase tan recurrente que dice "con la salud no se juega".
Los ideólogos ultra y neoconservadores enquistados en la propia génesis del Partido Popular, están decididos a jugar con la salud. Por descontado, se refieren a nuestra salud, no la de ellos.
Nuestra salud, la que confiamos a nuestro sistema público sanitario y pagamos con nuestras aportaciones descontadas de las nóminas, esa para los "señoritos de despacho", que se encargan de planificar los desbarajustes que luego pagamos los demás, no vale nada. Es prescindible por completo, y no tienen remordimientos por pretender eliminarla.
Su salud, desde siempre, la han tenido asegurada al poder permitirse acudir a los médicos de pago. Les basta con extender un talón cada vez que van a la consulta del médico o domiciliar los recibos mensuales de alguna clínica privada para no preocuparse en caso de requerir atención médica. Su clase privilegiada, y su soberbia mal disimulada, están por encima de los deseos y necesidades de los demás.
En Madrid, más de 100 directores de centros sanitarios tienen preparada su dimisión, ante la desvergonzada y miserable privatización de la gestión de bastantes centros de salud. Tanto mamoneo resulta ya inaguantable hasta para la paciencia de los directores.
Si es por cuestión de ahorrar dinero (que no lo es) el mantener la sanidad pública, hay otras maneras, a la par de elegantes, de conseguirlo. Por ejemplo, empezando por poner una tasa sanitaria a la banca y a las grandes fortunas, y haciendo que las empresas en lugar de contratar un seguro médico privado, contrate uno público. Pura "demagogia", ¿no?
Hoy me siento particularmente demagógico, y en mi demagógica forma de pensar, me gustaría que algún día todo aquel cargo público en ejercicio  de su labor pública, y además cobrando por ello, estuviese obligado por ley (decreto ley o ley divina, me es indiferente), a ser usuario de la sanidad pública. También de paso, y para ser más demagógico aún, en caso de tener hijos, por la misma ley, escolarizarlos en un centro público.
Alguien debería responder y aclarar, cuál es el auténtico motivo existente, para desmantelar la sanidad pública de este país. Una sanidad que es la envidia, por su universalidad y eficiencia en gran parte del mundo civilizado, y en este club de los más civilizados, incluyo a los Estados Unidos de América; gran país, de grandes pistoleros.
Este ibérico país, dirigido por una corte de patriotas de pacotilla irredentos, va al desastre total, cada día que les da por ejercer esa mayoría absoluta que algunos de sus ciudadanos les han regalado. Para mí que nos odian. Dicen que aman a España, pero olvidan que un país es la gente que lo habita. Nos odian a muerte, y nos lo demuestran con cada ley y decreto que se sacan de sus apolillados bolsillos.






martes, 18 de diciembre de 2012

Gobierno Jägermeister

Cualquiera que haya bebido el licor Jägermeister, dirá que es especial. A nadie deja indiferente. Guste o no, deja huella. Pero no hay que tomar todo lo que a uno le pongan por delante sin pensar. Hay que sopesar sus posibles efectos secundarios. No a todo el mundo le sienta bien. Y desde luego, no a todo el mundo le gusta, aunque le siente bien.
Este licor es como el gobierno del señor Mariano Rajoy. Un gobierno torero de la cabeza a los pies. Son maestros en lo suyo, en el arte de recortar, les gusta el toreo clásico, de raza, con poderío, y con su taleguilla bien ceñida dejando ver que siempre cargan a la derecha... incluso las mujeres que lo integran.
El gobierno Jägermeister, es una mezcla de diversas hierbas, más de 50, que van desde la más extrema derecha hasta la otra extrema, más derecha aún si cabe, pasando por un delirio nacional-católico de nuevo cuño, por aquello de estar acorde con los tiempos modernos que corren, y sobre todo estar al día con Europa, y más al día y al tanto del Bundesbank.
Tiene una proporción de un 35% de alcohol, y una vez elaborado, se deja macerar durante un año antes de consumirlo. Como desde que fue votado en las urnas ya ha pasado algo más de un año, ahora mismo se podría decir que se puede apreciar todo el potencial de sabor que contiene.
Hay gente que dice que más que una bebida alcohólica, es un buen medicamento y que va muy bien para la pesadez o la acidez de estómago. Pero como en este país, no somos muy de medir las cosas, me veo en la obligación de avisar de los peligros de dicho gobierno Jägermeister embotellado, pese a su bonita presentación, y dulce y perfumado sabor, ya que muchos ciudadanos son dados a consumirlo tanto a palo seco, como mezclado con bebidas energéticas, creyendo que no tiene efectos perjudiciales para la salud.
En primer lugar si tienen problemas estomacales, eviten su consumo, o creerán que un kilo de tachuelas se han alojado en su estómago a pensión completa.
Por su agradable sabor y sus muchas combinaciones posibles, uno puede excederse en su consumo sin darse cuenta, y sus resacas son mortales de necesidad. La resaca de anís, siendo mala, se queda en una simple granujienta adolescente, comparada con esta señora resaca. En algunas zonas de Alemania la llaman Katermeister, y como con todo lo que es meister, hay que andarse con ojo.
Y vuelvo a insistir, es una bebida de alta graduación alcohólica. Si fuese un elixir, se vendería en las farmacias y no en las urnas cada cuatro años.
Creo que todos somos conscientes de sus efectos, efectos que vemos a diario en forma de recortes sociales, degradación democrática, autoritarismo rayando el fascismo, y sobre todo muy malas maneras para nosotros como trabajadores y ciudadanos. Empezaron vomitando en nuestros pies y ahora ya lo hacen en nuestra cara. Para este gobierno Jägermeister, tan nacional y tan católico, no somos más que chusma que debemos apartarnos a su paso, no molestar y acatar lo que se nos diga.
Como apunte final y curiosidad histórica, solo decir que esta bebida  fue usada como desinfectante por las tropas alemanas en la Segunda Guerra Mundial. Es posible que debido a sus efluvios, el abstemio Hitler, decidiera abrir dos frentes en dicha guerra y como consecuencia de aquello, hoy no vamos con pantalones tiroleses al pasear por la calle, ni nos dejamos bigote "cepillo" (incluidas algunas mujeres) para homenajear al Führer.  Luego para que algunos se quejen que la Coca-Cola sirve para desatascar tornillos.