No es ninguna tontería esa frase tan recurrente que dice "con la salud no se juega".
Los ideólogos ultra y neoconservadores enquistados en la propia génesis del Partido Popular, están decididos a jugar con la salud. Por descontado, se refieren a nuestra salud, no la de ellos.
Nuestra salud, la que confiamos a nuestro sistema público sanitario y pagamos con nuestras aportaciones descontadas de las nóminas, esa para los "señoritos de despacho", que se encargan de planificar los desbarajustes que luego pagamos los demás, no vale nada. Es prescindible por completo, y no tienen remordimientos por pretender eliminarla.
Su salud, desde siempre, la han tenido asegurada al poder permitirse acudir a los médicos de pago. Les basta con extender un talón cada vez que van a la consulta del médico o domiciliar los recibos mensuales de alguna clínica privada para no preocuparse en caso de requerir atención médica. Su clase privilegiada, y su soberbia mal disimulada, están por encima de los deseos y necesidades de los demás.
En Madrid, más de 100 directores de centros sanitarios tienen preparada su dimisión, ante la desvergonzada y miserable privatización de la gestión de bastantes centros de salud. Tanto mamoneo resulta ya inaguantable hasta para la paciencia de los directores.
Si es por cuestión de ahorrar dinero (que no lo es) el mantener la sanidad pública, hay otras maneras, a la par de elegantes, de conseguirlo. Por ejemplo, empezando por poner una tasa sanitaria a la banca y a las grandes fortunas, y haciendo que las empresas en lugar de contratar un seguro médico privado, contrate uno público. Pura "demagogia", ¿no?
Hoy me siento particularmente demagógico, y en mi demagógica forma de pensar, me gustaría que algún día todo aquel cargo público en ejercicio de su labor pública, y además cobrando por ello, estuviese obligado por ley (decreto ley o ley divina, me es indiferente), a ser usuario de la sanidad pública. También de paso, y para ser más demagógico aún, en caso de tener hijos, por la misma ley, escolarizarlos en un centro público.
Alguien debería responder y aclarar, cuál es el auténtico motivo existente, para desmantelar la sanidad pública de este país. Una sanidad que es la envidia, por su universalidad y eficiencia en gran parte del mundo civilizado, y en este club de los más civilizados, incluyo a los Estados Unidos de América; gran país, de grandes pistoleros.
Este ibérico país, dirigido por una corte de patriotas de pacotilla irredentos, va al desastre total, cada día que les da por ejercer esa mayoría absoluta que algunos de sus ciudadanos les han regalado. Para mí que nos odian. Dicen que aman a España, pero olvidan que un país es la gente que lo habita. Nos odian a muerte, y nos lo demuestran con cada ley y decreto que se sacan de sus apolillados bolsillos.