martes, 18 de diciembre de 2012

Gobierno Jägermeister

Cualquiera que haya bebido el licor Jägermeister, dirá que es especial. A nadie deja indiferente. Guste o no, deja huella. Pero no hay que tomar todo lo que a uno le pongan por delante sin pensar. Hay que sopesar sus posibles efectos secundarios. No a todo el mundo le sienta bien. Y desde luego, no a todo el mundo le gusta, aunque le siente bien.
Este licor es como el gobierno del señor Mariano Rajoy. Un gobierno torero de la cabeza a los pies. Son maestros en lo suyo, en el arte de recortar, les gusta el toreo clásico, de raza, con poderío, y con su taleguilla bien ceñida dejando ver que siempre cargan a la derecha... incluso las mujeres que lo integran.
El gobierno Jägermeister, es una mezcla de diversas hierbas, más de 50, que van desde la más extrema derecha hasta la otra extrema, más derecha aún si cabe, pasando por un delirio nacional-católico de nuevo cuño, por aquello de estar acorde con los tiempos modernos que corren, y sobre todo estar al día con Europa, y más al día y al tanto del Bundesbank.
Tiene una proporción de un 35% de alcohol, y una vez elaborado, se deja macerar durante un año antes de consumirlo. Como desde que fue votado en las urnas ya ha pasado algo más de un año, ahora mismo se podría decir que se puede apreciar todo el potencial de sabor que contiene.
Hay gente que dice que más que una bebida alcohólica, es un buen medicamento y que va muy bien para la pesadez o la acidez de estómago. Pero como en este país, no somos muy de medir las cosas, me veo en la obligación de avisar de los peligros de dicho gobierno Jägermeister embotellado, pese a su bonita presentación, y dulce y perfumado sabor, ya que muchos ciudadanos son dados a consumirlo tanto a palo seco, como mezclado con bebidas energéticas, creyendo que no tiene efectos perjudiciales para la salud.
En primer lugar si tienen problemas estomacales, eviten su consumo, o creerán que un kilo de tachuelas se han alojado en su estómago a pensión completa.
Por su agradable sabor y sus muchas combinaciones posibles, uno puede excederse en su consumo sin darse cuenta, y sus resacas son mortales de necesidad. La resaca de anís, siendo mala, se queda en una simple granujienta adolescente, comparada con esta señora resaca. En algunas zonas de Alemania la llaman Katermeister, y como con todo lo que es meister, hay que andarse con ojo.
Y vuelvo a insistir, es una bebida de alta graduación alcohólica. Si fuese un elixir, se vendería en las farmacias y no en las urnas cada cuatro años.
Creo que todos somos conscientes de sus efectos, efectos que vemos a diario en forma de recortes sociales, degradación democrática, autoritarismo rayando el fascismo, y sobre todo muy malas maneras para nosotros como trabajadores y ciudadanos. Empezaron vomitando en nuestros pies y ahora ya lo hacen en nuestra cara. Para este gobierno Jägermeister, tan nacional y tan católico, no somos más que chusma que debemos apartarnos a su paso, no molestar y acatar lo que se nos diga.
Como apunte final y curiosidad histórica, solo decir que esta bebida  fue usada como desinfectante por las tropas alemanas en la Segunda Guerra Mundial. Es posible que debido a sus efluvios, el abstemio Hitler, decidiera abrir dos frentes en dicha guerra y como consecuencia de aquello, hoy no vamos con pantalones tiroleses al pasear por la calle, ni nos dejamos bigote "cepillo" (incluidas algunas mujeres) para homenajear al Führer.  Luego para que algunos se quejen que la Coca-Cola sirve para desatascar tornillos.







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