jueves, 28 de junio de 2012

Olor a sobaquina

Existen trajes y vestidos para aparentar y existen colonias, fragancias y desodorantes que por mucho que lo intenten no disimulan ese persistente olor a sobaquina que emana de nuestros dirigentes.
Discursos y actitudes que incluso hace más de 40 años estaban desfasados en muchos países, aquí pretenden hacerlos pasar por innovadores e intentan crear escuela.
La cortedad de miras en las personas siempre es preocupante porque les impide evolucionar individualmente, pero esa cortedad de miras, esa miopía cateta y provinciana que se ha apoderado de los  discursos y actitudes oficiales (aunque lo cierto es que siempre les ha acompañado. No hay nada nuevo bajo el sol de los políticos patrios), es más que preocupante, es peligrosa porque nos impide evolucionar colectivamente, no solo individualmente.
Cuesta horrores comprobar y asumir como todo aquello en lo que uno ha basado su vida, puesto sus creencias y esperanzas, vale menos que la arena en el desierto y que además es erróneo.
El ser humano es un animal de costumbres y pese a la habilidad para adaptarnos a las circunstancias, esa habilidad de la que hacemos gala en cuanto tenemos ocasión, hay ciertas personas que en realidad más que adaptarse lo que hacen es hacer como que se adaptan. Esas personas a título individual no evolucionan, pero si consiguen medrar y llegar a algún puesto de poder y decisión, ese estancamiento en su evolución personal se contagia al resto de la sociedad y es entonces la sociedad en su conjunto la que no evoluciona y se estanca. La historia está trufada de ejemplos de gobernantes y gobiernos miopes que logran que la sociedad de la que son responsables acabe necesitando gafas para ver la realidad de su tiempo, pero tan encantados están de conocerse así mismos que no son capaces de visitar al oculista pese a no ver más allá de sus narices. Una pizca de orgullo y otra pizca de coquetería y tenemos todas las papeletas para que el miope de turno acabe rodando por las escaleras en cuanto abra la puerta de casa y quiera salir a la calle.
Mientras la ciencia y la tecnología casi a diario nos sorprende con nuevos descubrimientos sobre nuestro pasado y lo que puede llegar a ser nuestro futuro, algunos individuos aún asisten a procesiones dónde se hacen novenas y rogativas para pedir que llueva. Estoy seguro que el día en que Alexander Fleming descubrió la penicilina allá por 1928, algunas personas contemporáneas aún estaban pintando escenas de caza en las cavernas a la luz de un candil.
El ser humano es paradójico y además es el único animal al que le huelen los sobacos. El ser humano cuando es político, español, conservador en lo moral y liberal en lo económico y además amante y cumplidor de las tradiciones (por muy bestias y catetas que estas tradiciones sean), es cuando más paradójico resulta y más se acentúa el olor a sobaquina que emana de él. Con echar un vistazo a los últimos 76 años podemos hacernos una idea. No me refiero al olor del sudor producto del trabajo honrado necesario para sobrevivir. Me refiero a ese olor a sobaquina que se da en ciertos despachos y edificios emblemáticos dónde se firman documentos plagados de palabrería absurda y efectos catastróficos para nosotros los ciudadanos. Ese olor que se percibe cuando vas a pedir un crédito o a firmar una hipoteca al banco. Ese olor que emana de algunos políticos al encontrártelos en el mercado de tu barrio cuando están en campaña. Ese olor que inunda las fosas nasales cuando pasas cerca de la sede de alguna corporación empresarial con intereses internacionales y con un pie en algún paraíso fiscal. Ese olor a sobaquina que no se va ni con salfumán, llega a formar parte del adn de algunos sujetos que dirigen este cotarro que mal llamamos democracia. Es un olor que ha impregnado a todo el país de norte a sur y de este a oeste. Es un olor que detesto profundamente y que a pocos parece molestar. ¿Me estaré volviendo un sibarita pituitario?. ¿Será este olor el olor natural del país y no me había dado cuenta?. ¿Será por dicho olor por lo que este país atrae a inversores megalomaniacos y está lleno de vividores roba cepillos y beatos de misa y puta diaria?.
P.D.: La selección española de fútbol ha llegado a la final de la Eurocopa. El país anda más hinchado que los pavos en celo y se arropa en la enseña nacional futbolera. Pero sigue oliendo a sobaquina que echa para atrás.