miércoles, 16 de abril de 2014

Procesiones 2014.

España, desde hace años, vive una Semana de Pasión continua y constante a la que nadie parece saber, ni querer, atajar.
Nuestra afición religiosa a las colas, ya sea para sacar al santo de turno, o para acudir al fútbol, ha encontrado su razón de ser en los altos índices de paro que asolan el país. 
Las cinco regiones de la UE con más paro resulta que forman parte de esta piel cuarteada de toro que es España. Otra muesca para la relumbrosa marca España.
Nuestro registro genético a no saber, o no querer saber, por dónde nos sopla el aire, no da muchas esperanzas de que esto vaya a cambiar, pese a la fe religiosa de nuestra ministra de Trabajo, Fátima Bañez. Tanta ignorancia vestida de inocencia no es normal. El infantilismo ministerial  avergüenza más que tranquiliza.
Tengo tan poca fe depositada en nuestros gobernantes, que el día que estas procesiones camino del SEPE dejen de ser visibles, pienso que será porque la gente se ha concienciado y ha empezado a usar masivamente la opción telemática. Pero no porque se haya solucionado el problema, sino por ser la única manera de evitarse colas y esperas innecesarias. Al igual que el soterramiento de la M-30, será una manera de esconder bajo tierra los atascos. Uno no quiere ser mal pensado pero los hechos cantan, y los datos son demoledores, pese a la fe inquebrantable de nuestros dirigentes en creer todo lo contrario.
Y mientras, nazarenos, penitentes y cofrades, conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Las iglesias sacan su artillería pesada, y los creyentes sinceros, creyentes a secas, curiosos y profanos, asisten a las múltiples procesiones y representaciones de la Pasión, a poco que se despisten en alguna calle del casco viejo de cualquier ciudad.
Las carreteras se llenan de tráfico para huir unos días a las playas y al campo. Procesiones laicas en busca de una Redención en forma de descanso. Un «Spring Break» que aquí teñimos de negro y morado. Vestigios de una tradición que cuenta historias que apenas ya nadie entiende, ni parece querer entender.
Algunos miembros de nuestro católico gobierno, se fotografiarán como creyentes fervorosos de una religión que, originariamente al menos,  predicaba la caridad, la prudencia, la justicia y la templanza entra algunas de sus virtudes cristianas. Tengo grabadas unas cuantas risas enlatadas para cuando vea tales imágenes. Risas aseguradas, por si me pilla sin ganas.
Ya sabemos que el hábito no hace al monje, pero aún así se hace raro contemplar tales dechados de virtudes practicando todo lo contrario de lo que sus propias creencias dictan, y sus propios hechos demuestran.
Fariseos, hipócritas, sepulcros blanqueados... no lo digo yo, lo dijo, según La Biblia, ese tal Jesús, que estos días pasean por toda España medio desnudo, desangrado y coronado de espinas, antes de dejarlo clavado y colgado de unos palos. 
Lo malo es que al tercer día le dio por resucitar. A partir de ahí el cuento deja mucho sitio a la imaginación. Además, sin cuerpo no hay delito. Y así es difícil demostrar nada.
Eso de saber que tras la muerte, con sólo haberse arrepentido, nos espera la vida eterna, está haciendo mucho más daño que bien al poder judicial.
Golpes al pecho, latigazos en la espalda, y algún que otro indultado que, en agradecimiento a tanta magnanimidad de la Justicia, se siente obligado a cargar con la pesada imagen de algún cristo o alguna virgen redentora, para demostrar su sincero arrepentimiento y total agradecimiento.
Me quedo, de esta Semana Santa, con esa nueva realidad española que dice nuestra beata ministra de Trabajo. La verdad, tampoco se diferencia mucho a lo que ha sido siempre. Una mierda pinchada en un palo. Todo lo santa y sagrada que se quiera, pero igual de mierda. Me refiero a la realidad española.




martes, 15 de abril de 2014

La escombrera europea.

No tengo datos para asegurar si en el resto de países europeos, son igual de dejados que en España, a la hora de enviar a Bruselas a sus representantes políticos.
En este país parece como si a nadie le importase Europa, cuando es precisamente allí donde se corta todo el bacalao que luego nos hacen tragar con espinas y escamas.
Ser europarlamentario español, lejos de parecer una responsabilidad abrumadora, es visto más bien, como un exilio dorado, previo a una feliz jubilación. Da la sensación que cuando en un partido deciden mandar a Bruselas a un candidato para representar los intereses nacionales, lo hacen para deshacerse de él a nivel nacional, pero tendiéndole un puente de plata. De alguna manera se lo quitan de encima, pero agradeciéndole a su vez los servicios prestados. Igualito que al común de los trabajadores.
Para España, Bruselas es una escombrera de lujo... que pagamos todos.
Por parte del PP, como cabeza de lista para las europeas, mandan al ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Arias Cañete. El señor Cañete, dejará el ministerio y se dedicará a promocionar jamones de bellota por los pasillos europeos, y de paso a promover su candidatura a comisario europeo. Ya puestos a promocionar...
Además, según sus compañeros de partido, el haber sido durante 13 años europarlamentario, le da suficiente experiencia para acometer dicha empresa. Parece ser que la experiencia laboral solo es reconocida en política. En los demás ámbitos, la experiencia es vista como una traba para ser flexible ante las diversas reformas, circunstancias y necesidades laborales del mercado.
Tras su polémica «Ley de Costas», por la que deja la costa española con casi más cemento y ladrillo que cuando entró al hacerse cargo de la cartera ministerial, de algún que otro tropezón en forma de consejo-receta-máxima, y de la casi desconocida «Lucha por el control de Deoleo», lo único que parece claro es que es un ministro que se sienta a dialogar —especialmente ante una buena manteca colorá—... aunque luego no haga caso de nada, pues ya salió de casa con su decisión adoptada bajo el brazo.
Lo bueno de todo esto, siendo profundamente optimistas, es que parece ser la única manera de cambiar el gabinete de don Mariano Rajoy, persona ésta don Mariano, que no lleva muy bien eso de reformar ministerios, cosa sorprendente visto su afán reformista en otros lares, como puedan ser las últimas y nefastas reformas laborales y judiciales que campan por esta sorprendente España.
En el salvaje mundo laboral en el que nos están haciendo sobrevivir actualmente como peces fuera del agua, cuando quieren desembarazarse de alguien lo mandan a la puta calle  —así sin vaselina ni medias tintas—, y no lo «promocionan» en el ámbito europeo. Derechos adquiridos, he de suponer, por algunos políticos, a los que su estatus les convierte en una casta diferenciada de los demás.
Creernos europeos de primera, cuando aún somos españoles de segunda, no ayuda mucho, la verdad.

lunes, 14 de abril de 2014

III República.

Un 14 de Abril más en el que rememoramos y homenajeamos la Segunda República, y reivindicamos, de paso, la restauración de la Tercera República.
A riesgo de parecer un iluso optimista, tengo la convicción de que cada vez estamos más cerca de conseguirlo. 
Faltan pasos, faltan actitudes, faltan consensos, y sobra mucha mala fe por parte del poder establecido y de los sectores económicos perfectamente incrustados en esta monarquía parlamentaria. Pero pese a todo y pese a todos, la República será de nuevo traída por los ciudadanos comprometidos con los valores republicanos.
A nivel colectivo, a nivel individual, todos y cada uno de nosotros debe seguir trabajando por dichos valores. Así se construye República. Así se come República. Y de lo que se come se cría.
¡Salud y República!