sábado, 24 de marzo de 2012

Las legañas de Benedicto XVI.

El Papa de Roma Benedicto XVI, está de gira. Esta vez los países honrados con su visita son Méjico y Cuba. Cuando el Papa visita un país (oficialmente se entiende) lo hace por invitación expresa de dicho país. Me parece que el Papa, no se levanta un día allá en el Vaticano y tras rezar el Ángelus, el de las seis de la mañana, decide irse de turismo pontificio por ahí sin consultar y sin encomendarse ni a dios ni al diablo (precisamente él no).
Está claro que cada vez que el Papa dice algo (y a veces cuando no dice nada también) es noticia. A parte de ser el cabeza visible de la iglesia católica, es también, no lo olvidemos, el máximo dirigente de un estado independiente, la Ciudad del Vaticano. Con su lengua oficial (el latín), y sus propias leyes ejecutivas, judiciales y legislativas, la Ciudad del vaticano es una teocracia, la única existente en Europa. Una teocracia electiva, pero teocracia con todo lo que ello significa. Es por ello, que al expresar una opinión, esa opinión se da por descontado, es la postura oficial del país y por extensión la de sus fieles (estén estos dónde estén). Bien, pues el Papa ha llegado a Méjico y allí a soltado entre oraciones y buenos y grandilocuentes deseos lo siguiente: " [...] es evidente que la ideología marxista ya no responde a la realidad [...] si no se puede construir un tipo de sociedad es necesario encontrar nuevos modelos, con paciencia y de forma constructiva". Esto dicho cuando su siguiente etapa del viaje tiene por destino Cuba (país de inspiración marxista como supongo sabrán y supongo sabrá el Papa).
Independientemente de la falta total de tacto que ha tenido Benedicto XVI al decir esto (a cualquier persona con un mínimo de educación, no se le pasa por la cabeza criticar la orientación del tipo que sea que puedan tener los anfitriones a los que va a visitar en breve, y menos en público), lo que resulta asombroso es la falacia que contiene esa frase, se sitúe dentro o fuera de contexto.
Esa evidencia que dice, no se si puede ser comparada a la evidencia que hoy existe en el catolicismo, en cuanto a la postura oficial del Vaticano y la contraria de muchos de sus fieles en cuanto a algunos temas como el aborto, la eutanasia, la anticoncepción, etc,. Esa evidencia, para algunos de nosotros, no es tan evidente como lo es para él, pero claro nosotros no somos infalibles como es el Papa.
Llama ideología a algo que no es solo eso. El marxismo no es una simple y mera ideología, es una filosofía y una ciencia que no solo se ciñe a la política, si no que abarca la economía, la sociología y la historia. Y el caso que prominentes estudiosos, nada sospechosos de marxismo, hayan estudiado los textos marxistas y hayan llegado a la conclusión de su certeza y brillantez en muchos de sus razonamientos, pese a no estar de acuerdo con él, avala que no es ideología sin más. El marxismo analiza la realidad para conocerla y una vez analizada intenta responder a esa realidad transformándola si es necesario...y tal como era y sigue siendo esa realidad, es necesario transformarla, de eso que no le quepa ninguna duda al Papa. Hoy, más que ayer, cada vez es más evidente que la solución a muchos de los problemas por los que atraviesa el ser humano, solo podrán resolverse desde una concepción marxista de la vida.
En su segunda reflexión, el Papa sigue diciendo: "...si no se puede construir un tipo de sociedad es necesario encontrar nuevos modelos, con paciencia y de forma constructiva". Después de negar al marxismo como modelo social, siendo el marxismo capaz y estando además capacitado para ello, nos invita a transformar la sociedad, mediante unos modelos indefinidos ("nuevos modelos"), sin aportar nada más para conseguirlo que "paciencia" y la generalidad "de forma constructiva", olvidando parece ser, que tanto la paciencia como el ser constructivo, es algo innato e intrínseco en la filosofía marxista.
Todo el mundo debería lavarse la cara por las mañanas nada más levantarse de la cama, pues está claro que incluso los Papas al levantarse tienen legañas en los ojos.

viernes, 23 de marzo de 2012

El patrocinio no es gentilicio

Si usted quiere hacer historia, no es necesario que haga especialmente nada para lograrlo. Ya no es necesario que pierda su vida en conquistas o defensas de países, con lo que mancha y escandaliza la sangre; olvídese de crear arte o descubrir algo beneficioso para el conjunto de la humanidad o si le va más el papel de déspota asesino de masas, también se lo puede ahorrar para tener unas líneas en las páginas de la historia universal. En este siglo XXI, basta con tener dinero e invertirlo en patrocinar infraestructura pública.
Bajo la denominación de "naming rights" subyace la sutil idea de intentar confundir un espacio público con una marca comercial, hasta conseguir que finalmente se olvide el nombre original y solo seamos capaces de recordar la nueva marca comercial, con los consiguientes beneficios que ello reportará a dicha marca.
En propiedades privadas se lleva haciendo desde hace algún tiempo. En Madrid el antes llamado Teatro Calderón, ahora es conocido como el Teatro Häagen Dazs, aunque su nombre completo sea Teatro Háagen Dazs Calderón.
La famosa Sala Arena, estuvo un tiempo patrocinada por la marca de cervezas Heineken y pasó a conocerse como Sala Heineken, pero a partir de finales del 2011, volvió a cambiar de patrocinador y ahora se llama Sala Marco Aldany, que creo es una cadena de peluquería y estética.
El naming rights también se ha empezado a hacer en propiedades públicas como, siguiendo en Madrid, el pabellón multiusos (o uniusos por lo poco y específico que se ha usado) Madrid Arena, hoy llamado Telefónica Arena, claro ejemplo este pabellón de como dilapidar dinero público como si no costase y encima quedar bien con los ciudadanos.
El último patrocinio, también en Madrid, viene de la mano de nuestra presidenta regional doña Esperanza Aguirre. La estación de metro de Sol, emblemática como pocas, durante unos 3 meses se conocerá como Estación Sol Galaxy Note!, gentileza del patrocinio de la marca comercial Samsung.
No sería de extrañar que una vez abierta la veda del "ponga usted su marca pasando antes por caja", nos encontremos de aquí a nada con que El Corte Inglés, Zara, Eroski, o Mercadona, bajo la invitación administrativa correspondiente, decidan unir sus logos comerciales al Museo del Prado, el Palacio Real o el Monasterio de El Escorial para aliviar así las penurias económicas que en un momento dado pudiesen tener. Y ya puestos alarguemos la idea y que esta no se quede en simples edificios o infraestructuras representativas y emblemáticas de gestión pública, y que también personas significativas en el entramado estatal y público, sean referencias patrocinadas por alguna marca comercial. Que cuando nuestro actual presidente del gobierno don Mariano Rajoy salga a anunciar más recortes desde la palestra parlamentaria, al igual que un hombre anuncio, se ponga un cartel patrocinado por algún banco o gran empresa. O cuando el rey asista a alguna conmemoración o entrega de premios, lleve prendida de su solapa algún pin con la leyenda de alguna marca empresarial mallorquina. En fin, ideas para el marketing (mercadotecnia que se decía antaño) hay muchas.
Pero como siempre, esos patrocinios solo podrán ser pagados por grandes y adineradas marcas empresariales. Los negocios más modestos jamás podrán ver sus nombres junto a lugares emblemáticos. No podremos ver una estación de metro que se conozca como Sol-Doña Manolita, pese a que dicha administración de lotería esté más ligada al entorno de la Puerta del Sol de lo que jamás estará la marca Samsung y su Sol-Galaxy Note!. Igual es que no entiendo el marketing y además se me atraganta el hablar inglés.



jueves, 22 de marzo de 2012

La estrategia del parchís.

Es comúnmente aceptado que el ajedrez, además de un deporte (que lo es) es el juego por antonomasia de los grandes tácticos y estrategas. Se dice que Alejandro el Magno era un excelente jugador de ajedrez como prueba irrefutable de que es un juego para gente no solo inteligente, sino inteligentísima (y además lista). Napoleón Bonaparte es otro de esos ejemplos que dan, a modo de banderín de enganche, cuando uno se apunta a dar clases de ajedrez. Dicen que es el juego por excelencia de los grandes líderes. No estoy seguro pero aseguraría que también Julio César fue otro de sus jugadores famosos. De hecho estos tres personajes tenían en común, que sus campañas militares las realizaban como partidas de ajedrez. Otra cosa es que próceres tan adelantados en tácticas políticas y militares tuviesen tiempo para jugar al ajedrez, porque otra cosa no, pero una partida de ajedrez jugada entre aventajados ajedrecistas puede llegar a ser interminable como pocos juegos, se puede jugar una partida de ajedrez haciendo tan solo un movimiento al día. El ajedrez si sus jugadores se lo proponen puede llegar a ser más parsimonioso que un koala. Es un juego que no requiere urgencia en su desarrollo y sí mucha paciencia, y la paciencia es una gran virtud hoy echada al olvido. Otros personajes históricos jugadores de ajedrez fueron, Lenin, El Che, Karl Marx y Tolstói, aunque la verdad el jugar o no al ajedrez es meramente anecdótico. Estoy seguro que existen más personajes históricos famosos que no sabrían distinguir un alfil de una salmonelosis ni aunque estuvieran tres días en la cama con ella.
El ajedrez es un arte, mejor dicho, saber jugar al ajedrez es un arte. Y si lo haces además bien, es como subir un escalón desde el cuál mirar por encima a tus iguales. En el ajedrez gana el mejor (supuestamente, como en todo). Cada jugador aplica su táctica y desarrolla su estrategia y da igual que truene o no se mueva una hoja durante la partida, la táctica utilizada en la partida llevará al ajedrecista a la victoria o a la derrota. El empate, tablas se llama en el argot ajedrecístico, no suele ser del agrado de ninguno de los jugadores. Es un juego de ganadores, en el que el participar no vale de nada si no se gana la partida.
Como en todo deporte o juego que se practique siempre hay alguien mejor que otro y eso siempre es una ventaja, por mucho que se quiera ignorar ese hecho. El ajedrez y las matemáticas en cuanto a sus métodos de razonamiento y sus procesos de análisis son similares.
Como bien dijeron los autores del diccionario Akal de matemáticas, Allan Bovier y Michel George: "En 1912, Ernst Zermelo demostró que todo juego de información perfecta, con suma nula y con dos jugadores, se determina de forma estricta. El ajedrez es, pues, un juego de determinación estricta; existe una estrategia ganadora para uno de los jugadores, pero el teorema no proporciona un medio para encontrar esta estrategia".
Es un juego de ganadores en el que gana quien menos errores comete, porque dependiendo de la posición en que se inicie el juego, la victoria está asegurada...si no cometes errores...al menos un error menos que tu adversario. Esa es la esencia del juego. El factor humano es el que decide finalmente. Como en la vida,¿no?.


Pero hay una cosa que siempre se pasa por alto en una partida de ajedrez y que en cambio es decisiva en la vida de cada cuál. Una cosa que no se da en el ajedrez y que por el contrario siempre se da en la vida, y es un elemento a tener en cuenta siempre. Esa cosa es el azar o lo que se conoce con el nombre de suerte.
En el ajedrez el tener más o menos suerte, no es decisivo a la hora de ganar. Como he dicho antes, en el ajedrez, de antemano hay un ganador seguro, pero no se sabe a ciencia cierta que ese ganador sea el vencedor de la partida. Depende de los movimientos que haga, es decir, de los aciertos o fallos que cometa debido a un error en el análisis de la partida o de los movimientos suyos propios o de su contrincante. Ahí el azar no tiene nada que ver. Son los errores los que deciden. Al igual que en las matemáticas, la suerte no hace que al sumar 2+2 nos de un resultado de 4...o de 3 o de 5 si nos equivocamos. Es un error de suma, un error nuestro. Equivocarse al sumar no es mala suerte, es no saber hacerlo (por despiste, por olvido) en ese preciso momento de la suma.
Hay un juego en cambio, que pese a estar infravalorado, presenta una gran parte de los elementos de los que hace gala el ajedrez y además tiene el componente de azar que le falta. Ese juego es el parchís.
El parchís es un juego táctico, de estrategia, diría también que con un componente matemático aunque a un nivel básico, se juega entre dos, aunque la mejor opción es jugar entre cuatro, hay modalidades de tríos (seis jugadores) y también existen tableros para 8 jugadores, se puede jugar con cuatro colores o seis colores, es decir hay una variedad más amplia que en el ajedrez, que al ser exclusivamente un juego de dos, eso implica una centralización en el contrario abstrayéndose a su vez del resto del mundo y por ende olvidar que hay más personas en él (jugadores o no de ajedrez).
El azar en el parchís lo determina el dado (se entiende que siempre y cuando no esté lastrado). Ese es el factor clave que determina, pese a seguir una táctica y tener una estrategia, que se pueda ganar o perder. Y gana en el parchís quien primero lleve a todas sus fichas a la meta. Que para ello tengas que comer o no las fichas del contrario, dependerá precisamente de ese azar, de la puntuación del dado y de si es conveniente a la estrategia seguida comer en determinado momento o no comer. Al igual que en la vida, que nuestras acciones aunque estén determinadas por nuestra voluntad, es posible que dependiendo del azar no salgan como pretendíamos...de hecho casi nunca salen como pretendemos. Se echan en falta buenos jugadores de parchís muchas veces cuando más se necesitan. Si alguien cree que estoy poniendo a la misma altura el ajedrez y el parchís, no se equivoca, aunque ese azar que llamamos al tirar el dado, implique unas variables matemáticas que pueden resultar infinitas. A eso los neófitos y novatos, lo llamamos azar.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Libertad de culto

Está bien eso de la libertad de culto. Es algo moderno, democrático y además maduro. Debe haber sitios en los que se practique, pero pocos son los países donde se practique en condiciones. Tanto a nivel social como a nivel estatal, dependiendo de cuál sea la religión mayoritaria, así considerarán la libertad para practicarla. Las religiones oficiales, con el beneplácito gubernamental, suelen poner trabas al resto de religiones, especialmente a aquellas que en un determinado momento pueda restarles creyentes. Competencia se llama a eso. Competencia desleal, cuando además una de las religiones recibe más ayudas y beneficios, por parte administrativa, que las demás.
Los ateos estamos a favor de la libertad de culto en el sentido de que la libertad de no tener una religión (y mucho menos impuesta) es un derecho universal.
Por eso hay cosas que son inexplicables como, por ejemplo, en el caso español. En el año 2011, en plena crisis, el gobierno del PSOE por aquel entonces, concedió a la iglesia católica 11.000 millones de euros, mientras recortaba a su vez 12.000 millones en servicios sociales. ¿Seria por aquello de que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha?. Por no hablar de la casilla para la renta o de los beneficios fiscales que mantiene en exclusividad con el estado...un estado que se hace llamar aconfesional.
Creo más en la labor del estado como administrador de los servicios sociales, que en la labor de la iglesia como tal administrador.
Que cada cuál rece a quien le venga en gana, pero que las velas las pague de su bolsillo.
La iglesia como estamento, independientemente de su credo, es el único club, en el que los socios no pagan cuotas de ningún tipo. Si usted tiene un hijo (o hija) y decide hacerle socio de un club de fútbol (incluso sin consultarle) en el momento que recibe el carnet de socio, está obligado a pagar las correspondientes cuotas, sean estas mensuales, trimestrales, semestrales o anuales. Y en cuanto deje de pagar pierde los beneficios que conlleva el ser socio, como descuentos en las entradas, en los bonos, en los viajes, etc,. Si usted es miembro de una iglesia (repito independientemente de su credo), las cuotas se las ahorra, y además es bastante probable que el estado corra con los gastos de su club.
La verdad, no tengo pensado ganarme el cielo, ni siquiera pretendo alguna vez estar en él ni por equivocación. No digo que el sitio esté mal, ni mucho menos, algo tendrá cuando una inmensa mayoría de gente (adoctrinada desde la cuna para ello) espera pasar la eternidad en dicho lugar. Pero no es mi sitio.
Supongo que debe ser bonito verse a la diestra de dios padre o rodeado de tropecientas vírgenes o hartarse de comer jabalíes y beber hidromiel abrazado a una valquiria, pero para ser sincero, vivir la eternidad así, como poco, me resulta monótono y uno ya esta mayor para excesos por muy celestiales que sean estos. Y si me apuran, tener que morirse para poder vivir eternamente, me parece además una solemne estupidez.
No creo que las personas que han sido buenas en vida vayan a ningún sitio. Tampoco creo que las que han sido malas vayan a ir a ningún lugar a pasar tormentos y sufrimientos. Eso suponiendo que sepamos exactamente lo que significa ser buena o mala persona. Éticamente estaríamos bastante de acuerdo en determinados aspectos de dichos significados, pero religiosamente...es otro cantar.
Nadie acaba sus días en este mundo y tiene una segunda oportunidad en otro lugar, por si le ha sabido a poco su corta y perecedera vida mortal. La reinserción es incompatible con el más allá. Y además por mucho que brinquemos jamás llegaremos al cielo.

domingo, 18 de marzo de 2012

Náufragos pero ricos.

En nuestro fondo marino, aparte de basuras de toda índole, tenemos algo que muy pocas naciones del mundo tienen (incluida la pérfida Albión). Si buceamos por las profundidades de nuestro litoral, especialmente por las costas de Cádiz y Cartagena, a parte de encontrar bombonas de butano vacías, frigoríficos y lavadoras viejas, bolsas de plástico, latillas de conservas y algún que otro preservativo usado, nos podemos encontrar con tesoros hundidos desde hace siglos. Según los expertos hay entre 1.000 y 3.000 pecios en nuestro litoral. La cifra puede llegar a 8.000 barcos hundidos si se cuentan los barcos españoles que naufragaron en los mares de medio mundo. Unos cuantos de ellos están en el Océano Pacífico, al que se conoció en su día como "el gran lago español"... aunque después del terremoto y posterior tsunami que sufrió Chile en el año 2010 sea complicado, por no decir imposible, recuperarlos alguna vez.
Es hora de mirar con otros ojos nuestras hiperurbanizadas y destrozadas costas y nuestros esquilmados mares, al menos en la franja de mar en la que tengamos jurisdicción marítima. La próxima vez que nos encontremos tumbados en la playa, mirando disimuladamente a alguna jovencita tomando el sol sin la parte de arriba del biquini, mientras con cara de aburridos hacemos que leemos el periódico y echamos un vistazo a nuestros hijos que están jugando con la arena importunando a nuestros vecinos de tumbona, momento que aprovecha nuestra esposa para ir a darse un baño, pensemos que bajo la superficie del mar que baña nuestra soleada costa, entre una escombrera de barcos hundidos y podridos, hay tesoros valorados en 100.000 millones de euros, según un informe de la Armada del año 2010.
Como apunte, solo decir que 106.000 millones de euros es la cantidad que el ABE (Autoridad Bancaria Europea) calculó que necesitaban los bancos europeos para recapitalizarse en el año 2011.
Durante años se han expoliado nuestras costas y se siguen expoliando. El caso reciente del Odyssey, ha vuelto a poner de actualidad la recuperación del fondo del mar de tesoros españoles. La empresa Odyssey (con engaños, alevosía y posiblemente nocturnidad) sacó de la fragata española "Nuestra Señora de las Mercedes", hundida por una escuadra inglesa frente a la costa portuguesa en 1805, un tesoro valorado en 500 millones de dólares y una vez subido a bordo de sus barcos, más que navegar, volaron y no pararon hasta llegar a territorio estadounidense. Después de 5 años de litigios, España ha conseguido que le devuelvan el tesoro de la fragata.
Como dato histórico, decir que en aquellos momentos, en el año 1805, había firmado un acuerdo de paz entre Inglaterra y España, que evidentemente se rompió a raíz de este ataque. La elegancia y honestidad de la diplomacia inglesa ha dejado patente más veces de las deseables su impronta en la historia. La famosa Batalla de Trafalgar vino poco después, consecuencia de este ataque, con las desastrosas consecuencias que tuvo para el  bando español, apoyado por navíos franceses, al perder dicha batalla. A partir de entonces la bandera inglesa y la cruz de San Jorge se adueñaron de los mares. El único consuelo patriótico que tuvo España es que el famoso almirante de la Armada británica, Horatio Nelson, dejó el mundo de los vivos en aquella batalla gracias a la puntería de un tirador de mosquete, francés por más señas.
El cuento del tesoro de la fragata "Nuestra Señora de las Mercedes" no ha terminado del todo. Perú y Bolivia, dicen que las monedas son suyas, pues el oro y la plata fue extraída de su territorio por habitantes autóctonos (llámense esclavos o trabajadores forzosos si se prefiere) y las monedas acuñadas igualmente en él.
No soy quien para entrar a valorar si tienen razón o no en sus reclamaciones. Solo se que cuando España sacó de allí el oro y la plata, Perú y Bolivia no existían como nación. Aunque ese detalle no tiene que significar que no tengan derecho a algún tipo de compensación, no creo que esa compensación tenga que ser económica, que conste. Pero es como pretender que en España nos resarzan por la invasión del Imperio Romano. Roma sacó oro y plata de las entrañas del territorio que hoy se conoce como España, gracias a que esclavizaron a nuestros antepasados los íberos, celtas, celtíberos... Acuñaron monedas de oro y plata con la efigie del emperador romano de turno y se llevaron cargamentos de dicho oro y plata para mayor gloria de Roma. Y por si eso fuera poco, sometieron y eliminaron a todos los pueblos que no acataron las leyes romanas o se les enfrentaron o simplemente se interponían ante la voluntad de Roma, como los vacceos, vettones, carpetanos, turmogos, etc. ¿No es motivo suficiente para pedir a sus descendientes, los hoy italianos, que merecemos algún tipo de compensación, a ser posible económica, por ello?. Los italianos dirán: "porca miseria", pues si fuesen romanos (ciudadanos del imperio) dirían: "damnaret eam" y ahí quedaría la cosa. Es posible que como favor especial y en castellano para que lo entendiésemos, nos dijesen: "¿y las leyes y el latín y el derecho romano y la civilización como los diosos mandan y como los ciudadanos de Roma entendían y no como entendíais vosotros los pueblos bárbaros, ignorantes e incivilizados, no cuenta como pago por vuestro oro?". Nosotros callaríamos la esclavitud y el sometimiento de nuestros antepasados y a otra cosa mariposa, que para mañana se hace tarde.
Volviendo a los tesoros hundidos en nuestras costas. La afición que muchos están mostrando hacia esos tesoros, es culpa del valor al alza que está teniendo el oro. Siempre ha habido cazatesoros, pero en la actualidad, alguien sin escrúpulos y con grandes recursos económicos que le de por piratear nuestros fondos marinos, con la tecnología adecuada, puede limpiarnos hasta la cera de las orejas y nosotros ni darnos cuenta. El oro vuelve a ser el valor más seguro y tangible al que se le puede echar mano en momentos de apuro económico. ¿Por qué  la administración pública no mueve los recursos necesarios para preservarlos y garantizar que esos tesoros no caigan en las manos que no deben?. No se. Si en vez de oro y plata hundida, hubiese un yacimiento de gas o petróleo, es posible que hace tiempo el gobierno responsable hubiese sacado a subasta la explotación para que alguna empresa de capital privado se llevase su porcentaje del expolio. O si en vez de oro y plata hablásemos de algún tipo de negocio, en el que se requiriese los servicios de alguna empresa constructora, como realizar unos hipotéticos Juegos Olímpicos o algún loco megaproyecto urbanístico, para que esas constructoras (de capital privado, no lo olvidemos) puedan llevarse su parte, la mayor y más beneficiosa parte, del negocio; en cualquiera de estos casos, hace tiempo que estarían todos los tesoros bien catalogados y puestos a buen recaudo, pero como es el estado (la Armada española) quien debe hacerlo y no hay ningún beneficio privado para algún amiguete, dueño o socio de alguna empresa de servicios o del gremio de la construcción, con contactos en el gobierno, entonces pasa lo que pasa... que cualquier piratilla de tres al cuarto con dinero y medios para hacerlo, se nos lleva las perras que con tanto ahínco y barcos y vidas de hombres echadas a perder, hemos ido depositando en el fondo del mar. Sin saberlo, esos tesoros hundidos eran nuestra provisión de futuro. Somos raros hasta para ahorrar.
La peculiaridad de este país nunca dejará de asombrarme. Nadamos en oro y nos ahogamos en mierda...una mierda que vale su peso en oro.