Si usted quiere hacer historia, no es necesario que haga especialmente nada para lograrlo. Ya no es necesario que pierda su vida en conquistas o defensas de países, con lo que mancha y escandaliza la sangre; olvídese de crear arte o descubrir algo beneficioso para el conjunto de la humanidad o si le va más el papel de déspota asesino de masas, también se lo puede ahorrar para tener unas líneas en las páginas de la historia universal. En este siglo XXI, basta con tener dinero e invertirlo en patrocinar infraestructura pública.
Bajo la denominación de "naming rights" subyace la sutil idea de intentar confundir un espacio público con una marca comercial, hasta conseguir que finalmente se olvide el nombre original y solo seamos capaces de recordar la nueva marca comercial, con los consiguientes beneficios que ello reportará a dicha marca.
En propiedades privadas se lleva haciendo desde hace algún tiempo. En Madrid el antes llamado Teatro Calderón, ahora es conocido como el Teatro Häagen Dazs, aunque su nombre completo sea Teatro Háagen Dazs Calderón.
La famosa Sala Arena, estuvo un tiempo patrocinada por la marca de cervezas Heineken y pasó a conocerse como Sala Heineken, pero a partir de finales del 2011, volvió a cambiar de patrocinador y ahora se llama Sala Marco Aldany, que creo es una cadena de peluquería y estética.
El naming rights también se ha empezado a hacer en propiedades públicas como, siguiendo en Madrid, el pabellón multiusos (o uniusos por lo poco y específico que se ha usado) Madrid Arena, hoy llamado Telefónica Arena, claro ejemplo este pabellón de como dilapidar dinero público como si no costase y encima quedar bien con los ciudadanos.
El último patrocinio, también en Madrid, viene de la mano de nuestra presidenta regional doña Esperanza Aguirre. La estación de metro de Sol, emblemática como pocas, durante unos 3 meses se conocerá como Estación Sol Galaxy Note!, gentileza del patrocinio de la marca comercial Samsung.
No sería de extrañar que una vez abierta la veda del "ponga usted su marca pasando antes por caja", nos encontremos de aquí a nada con que El Corte Inglés, Zara, Eroski, o Mercadona, bajo la invitación administrativa correspondiente, decidan unir sus logos comerciales al Museo del Prado, el Palacio Real o el Monasterio de El Escorial para aliviar así las penurias económicas que en un momento dado pudiesen tener. Y ya puestos alarguemos la idea y que esta no se quede en simples edificios o infraestructuras representativas y emblemáticas de gestión pública, y que también personas significativas en el entramado estatal y público, sean referencias patrocinadas por alguna marca comercial. Que cuando nuestro actual presidente del gobierno don Mariano Rajoy salga a anunciar más recortes desde la palestra parlamentaria, al igual que un hombre anuncio, se ponga un cartel patrocinado por algún banco o gran empresa. O cuando el rey asista a alguna conmemoración o entrega de premios, lleve prendida de su solapa algún pin con la leyenda de alguna marca empresarial mallorquina. En fin, ideas para el marketing (mercadotecnia que se decía antaño) hay muchas.
Pero como siempre, esos patrocinios solo podrán ser pagados por grandes y adineradas marcas empresariales. Los negocios más modestos jamás podrán ver sus nombres junto a lugares emblemáticos. No podremos ver una estación de metro que se conozca como Sol-Doña Manolita, pese a que dicha administración de lotería esté más ligada al entorno de la Puerta del Sol de lo que jamás estará la marca Samsung y su Sol-Galaxy Note!. Igual es que no entiendo el marketing y además se me atraganta el hablar inglés.
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