Está bien eso de la libertad de culto. Es algo moderno, democrático y además maduro. Debe haber sitios en los que se practique, pero pocos son los países donde se practique en condiciones. Tanto a nivel social como a nivel estatal, dependiendo de cuál sea la religión mayoritaria, así considerarán la libertad para practicarla. Las religiones oficiales, con el beneplácito gubernamental, suelen poner trabas al resto de religiones, especialmente a aquellas que en un determinado momento pueda restarles creyentes. Competencia se llama a eso. Competencia desleal, cuando además una de las religiones recibe más ayudas y beneficios, por parte administrativa, que las demás.
Los ateos estamos a favor de la libertad de culto en el sentido de que la libertad de no tener una religión (y mucho menos impuesta) es un derecho universal.
Por eso hay cosas que son inexplicables como, por ejemplo, en el caso español. En el año 2011, en plena crisis, el gobierno del PSOE por aquel entonces, concedió a la iglesia católica 11.000 millones de euros, mientras recortaba a su vez 12.000 millones en servicios sociales. ¿Seria por aquello de que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha?. Por no hablar de la casilla para la renta o de los beneficios fiscales que mantiene en exclusividad con el estado...un estado que se hace llamar aconfesional.
Creo más en la labor del estado como administrador de los servicios sociales, que en la labor de la iglesia como tal administrador.
Que cada cuál rece a quien le venga en gana, pero que las velas las pague de su bolsillo.
La iglesia como estamento, independientemente de su credo, es el único club, en el que los socios no pagan cuotas de ningún tipo. Si usted tiene un hijo (o hija) y decide hacerle socio de un club de fútbol (incluso sin consultarle) en el momento que recibe el carnet de socio, está obligado a pagar las correspondientes cuotas, sean estas mensuales, trimestrales, semestrales o anuales. Y en cuanto deje de pagar pierde los beneficios que conlleva el ser socio, como descuentos en las entradas, en los bonos, en los viajes, etc,. Si usted es miembro de una iglesia (repito independientemente de su credo), las cuotas se las ahorra, y además es bastante probable que el estado corra con los gastos de su club.
La verdad, no tengo pensado ganarme el cielo, ni siquiera pretendo alguna vez estar en él ni por equivocación. No digo que el sitio esté mal, ni mucho menos, algo tendrá cuando una inmensa mayoría de gente (adoctrinada desde la cuna para ello) espera pasar la eternidad en dicho lugar. Pero no es mi sitio.
Supongo que debe ser bonito verse a la diestra de dios padre o rodeado de tropecientas vírgenes o hartarse de comer jabalíes y beber hidromiel abrazado a una valquiria, pero para ser sincero, vivir la eternidad así, como poco, me resulta monótono y uno ya esta mayor para excesos por muy celestiales que sean estos. Y si me apuran, tener que morirse para poder vivir eternamente, me parece además una solemne estupidez.
No creo que las personas que han sido buenas en vida vayan a ningún sitio. Tampoco creo que las que han sido malas vayan a ir a ningún lugar a pasar tormentos y sufrimientos. Eso suponiendo que sepamos exactamente lo que significa ser buena o mala persona. Éticamente estaríamos bastante de acuerdo en determinados aspectos de dichos significados, pero religiosamente...es otro cantar.
Nadie acaba sus días en este mundo y tiene una segunda oportunidad en otro lugar, por si le ha sabido a poco su corta y perecedera vida mortal. La reinserción es incompatible con el más allá. Y además por mucho que brinquemos jamás llegaremos al cielo.
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