lunes, 23 de julio de 2012

Sir Lancelot con boina y a caballo

Unos señoritos a caballo y con lanzas han conseguido que la Junta de Castilla-La Mancha regule una práctica casi extinguida (solo se mantenía en Doñana y no me pregunten porqué), bajo el pretexto de atraer turismo y negocio cinegético.
Yo pensaba que la gente cuando se ponía a ver los documentales de la 2 era para quedarse dormido frente al televisor, pero resulta que algún insomne lumbrera con contactos en la Junta manchega debió ver algún documental sobre el tema y se le encendió la bombillita "emprendedora"  de la que muchos empresarios hacen gala y ha conseguido rescatar del olvido la práctica sangrienta, brutal y cateta del lanceo del jabalí a caballo. En lugar de echarse a roncar como cualquier hijo de vecino, alguien puso interés en el documental de la sobremesa y ahora los jabalíes y los caballos que cargan con los Lancelotes ibéricos con boina y documentados en historia, sufren las consecuencias.
El fundador del Club Internacional de Lanceo dice, para justificar la implantación de dicha práctica, que Trajano el emperador de origen hispano, aparece representado en uno de los relieves del Arco de Constantino alanceando jabalíes. Dice también que era una práctica habitual en el siglo I A.C. y durante los reinados tanto de Alfonso X el Sabio como de Felipe II.
Creo que en dichas épocas, tanto en la de antes de Cristo como cuando vivían Trajano, Alfonso X el Sabio y Felipe II, también era normal cortar la mano a los ladrones, pero pese a su eficacia (muy cuestionable) para evitar los robos, hoy en el mundo occidental al menos, no se practica dicha normalidad al igual que no se practican (y creo que no por ganas de una buena parte de la curia) los autos de fe.
No es de recibo intentar recuperar dudosas y sangrientas tradiciones con la excusa de que antiguamente se hacían o porque determinados personajes históricos lo practicaban. Creo que demasiada gente confunde tradición con primitivismo en su sentido más Neanderthaliano y además algunas de esas personas lo confunden interesadamente para satisfacer sus bajos instintos agresivos o para favorecer una línea de negocio en la que son parte interesada y beneficiada.
Cazar jabalíes a lanzazos es tan "in" como sacarse las pelotillas de la nariz con la cucharilla del té porque se haya visto que lo hace un señor elegante pintado en un cuadro de la época victoriana colgado en la pared de un museo.
En España poner tradición y cultura en la misma frase no nos deja en muy buen lugar.

Otro ejemplo del amor hispánico por los animales y las tradiciones nos lo dan en Tordesillas (Valladolid) en su orgiástica y sangrienta fiesta del Toro de la Vega. Aquí en lugar de señoritos a caballo, los encargados de torturar a un animal (en este caso un toro) son la gente llana del pueblo. Para justificar dicha tortura y asesinato, se escudan en que es también una tradición antigua, de las más antiguas de España, pues data del año 1355 según unos o del año 1534 según otros pues es dónde aparece la primera referencia escrita sobre dicho evento; y que además en 1980 fue declarada Fiesta de interés turístico y en 1999 se declaró espectáculo taurino tradicional. Un par de declaraciones a los que se agarran como clavos ardiendo los defensores de dicha salvajada.
Que tanto los jabalíes como los toros en un momento dado se puedan defender de sus acosadores arremetiendo contra ellos y tratar de cornearlos y acolmillarlos, no es justificación para ser sacrificados de esa manera. Por las mismas se podría justificar la caza-matanza de ballenas alegando que si te cae una encima te aplasta y te mata; y no creo que se hayan dado muchos casos en la historia de la humanidad de muerte por aplastamiento de ballena, ni incluso en su hábitat natural que es el mar.
El maltrato y la matanza de animales siempre ha sido un rasgo psicopático. Intentar disimular dicha psicopatía en los ritos y tradiciones ancestrales y algunas no tan ancestrales como pudieran parecer, solo consigue que el conjunto de la sociedad adquiera cierto grado de psicopatía por contagio y eso es inquietante. Y si la sociedad acepta dichos ritos y tradiciones sin cuestionarlas siquiera, además es que es una sociedad poblada de imbéciles sin remedio. Muy del país y muy de lo "nuestro", pero imbéciles sin remedio a más no poder.
Posiblemente sea todo por una cuestión mal entendida, anquilosada y caduca sobre la virilidad y la hombría de los hombres (y de algunas mujeres). Pero debemos darnos cuenta del daño que podemos hacer y lo absurdo que es, si cada vez que queremos medirnos nuestros penes y sopesarnos nuestras bolsas escrotales para ello, en vez de coger una regla graduada y una balanza, elegimos un animal al que castigar, humillar, desangrar y matar entre gritos de ánimo y hurras al asesino. No hay ninguna nobleza en extinguir así una vida por muy de animal que sea.


1 comentario:

  1. Pero que bestias son¡¡¡¡ y oye, que andan por la calle como si tal cosa... Igual, ni tienen cara de asesinos. Eso sí, de no haber leído en su vida más que la portada del Marca, seguro que la tienen. Y seguro que duermen de maravilla, mientras los demás nos tenemos que meter un valium o varios entre pecho y espalda. Saludos.

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