Leyendo y releyendo esta noticia, no hago más que hacerme, una y otra vez, una doble pregunta: ¿estamos tontos o somos tontos?
Noticias de este tipo y calibre, con sus correspondientes gráficos para poder entenderlas y asimilarlas mejor, hay que analizarlas al detalle.
Conocemos las causas, sabemos cuál es la solución para invertir esa injusta e injustificable situación, pero parece que no estamos por la labor de intentar hacer desaparecer esta tremenda injusticia social.
Ni siquiera por puro egoísmo, para poder inclinar la balanza a nuestro favor; ya que somos nosotros: la clase trabajadora, la clase desfavorecida, la parte de esta ecuación social que sale perdiendo con la situación actual; logramos ponernos manos a la obra para revertir dicha injusticia.
Es como si hubiésemos asimilado nuestro papel de súbditos porqueros del Rey Dinero, o mejor dicho, de quienes tienen el dinero, y al igual que esos cerdos que cuidamos en nuestra labor de porqueros, nos gusta revolcarnos en nuestra propia inmundicia y desgracia, y parecemos estar agradecidos por poder revolcarnos en ella. Gracias, señor -oink, oink-, por esas sobras y desperdicios que nos tira al fango -oink, oink- para alimentarnos, señor -oink, oink-.
El ejemplo del autobús aquí viene al pelo. No es difícil de entender. Es incluso mejor que los gráficos.
Imaginen un autobús de dos pisos. Imaginen un Routemaster, que es el típico bus londinense. Ese de color rojo como el de la foto del encabezado de este post. Aunque los nuevos modelos son de este tipo con capacidad para 87 pasajeros y también nos valdrían como ejemplo, nos vamos a quedar con el antiguo. Queda más vintage y elegante ya que estamos hablando de multimillonarios.
Estos autobuses, los clásicos que todo el mundo tiene en su ideario turístico cuando visita Londres, pueden transportar 65 pasajeros sentados y 30 de pie. Caben un total de 95 personas. Es decir que si los 85 multimillonarios, conocidos y reconocidos, que viven a cuerpo de rey Midas en este planeta, decidiesen montar en este autobús para darse un garbeo y ver como viven los pobres, aún tendrían sitio para que subiesen 10 multimillonarios más. Posiblemente en estos momentos, esos 10 multimillonarios que faltan para llenar el bus, ya estarán esperando en la parada, y antes que acabe el año habrán subido y tomado asiento.
En el caso español, con un microbús de esos que ahora te llevan y te traen en las bodas para que no tengas que coger tu coche, es suficiente.
Saber que 20 compatriotas -igual ellos se hacen llamar patriotas a secas- posen la misma riqueza que los 9 millones más pobres de españoles, pese a intuirlo, no deja de ser sangrante.
No es que tenga nada en contra de los multimillonarios, tan sólo es que por cada uno de esos multimillonarios que aparecen en la revista Forbes, resulta que salen, pateados en sus traseros, por la puerta trasera de nuestra sociedad unos cuantos centenares de miles más de pobres y excluidos sociales. ¿Causa directa? Seguramente, pero no soy quién para sacar los colores a una panda de pijos malcriados que, ni tienen ninguna empatía por sus semejantes, ni sienten ninguna vergüenza por las tropelías que cometen para seguir acumulando riqueza.
Me vuelvo a preguntar: ¿estamos tontos o somos tontos? Por mi parte no tengo nada más que analizar sobre esto.
Si el concepto: "cuatro gatos", alguna vez ha tenido un sentido de escarnio absoluto, ha sido ahora con este autobús de multimillonarios de turismo por el mundo. Su lema churchilliano seguro que está escrito con letras doradas en sus despachos: "Nunca tantos debieron tanto a tan pocos".
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