Digo oficialmente entre paréntesis, pues oficiosamente, las políticas económicas sabemos (de hecho no se cortan ni un pelo en parecer lo contrario) vienen dictadas por el FMI y la OCDE, entre otros organismos.
Si a estas alturas uno no sabe porqué motivos se declara la huelga general, debería volver al útero materno de dónde haya salido recientemente y fumarse un cigarrillo allí dentro antes de volver a salir al mundo.
Si a estas alturas alguien aún tiene dudas sobre la conveniencia o no de seguir la huelga (siendo aún un trabajador en activo), más le valdría venderse al peso en la carnicería o pollería más cercana, para pedir ser rellenado como un pavo con sus nóminas y derechos laborales y luego ofrecerse de esta guisa y con el trasero en pompa, en la comida de Navidad de la empresa a su jefe o jefes, en caso de seguir celebrando dicha comida navideña.
Si a estas alturas uno no tiene motivos para declararse en huelga siendo trabajador asalariado, autónomo (entendiendo como tal a esos autónomos que hasta hace unos años hacían exactamente el mismo trabajo como trabajadores asalariados), parados, jubilados o estudiantes, es seguro que (parafraseando a Groucho Marx) su alienación haya alcanzado las cotas más altas de miseria que pueda alcanzar...aunque esa alienación nos pueda sorprender más aún si cabe, haciendo que suba aún más alto, contraviniendo toda lógica y ley física natural.
Motivos hay para secundar esta huelga. Y esos motivos no son pocos ni nimios. Hay motivos de sobra.
Como dicen los espiritualistas, busquen en su interior. Aparten el miedo y sabrán lo que su conciencia verdaderamente les dicta.
Y ahora me voy a permitir un apunte general. La huelga no se celebra. La huelga se convoca, se declara, se secunda, se hace...pero no se celebra.
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