"Si algo puede salir mal, saldrá mal". En esencia, se concreta perfectamente en dicha frase las famosas leyes de Murphy.
No hay que dar más vueltas. No hace falta que nos comamos la cabeza, ni realizar sesudas investigaciones. Esto es así, asumámoslo.
El gobierno del Partido Popular se compone de 13 ministros, más el presidente del gobierno. Un total de 14 personas que se reúnen una vez por semana para planificar la agenda del gobierno. 14 personas, las cuáles cada una en su ministerio, trabaja para sacar el país adelante (al menos presupongámoslo). 14 personas que tienen que lidiar con la información que les transmite un ejército de secretarios, subsecretarios, directores, subdirectores, coordinadores, subcoordinadores... En definitiva, 14 personas que posiblemente pierdan parte de su tiempo yendo a misa los domingos (aunque sea por el que dirán), mientras por otro lado se dan una prisa excesiva, incluso para los tiempos acelerados que nos ha tocado vivir, para reformar cuantas leyes vean que no se adaptan a su trasnochado ideario. Para comulgar y hablar con Dios siempre hay un hueco y siempre se puede encontrar un momento. Para hablar y, no tanto explicar (pues la explicación del gobierno suele darse ante los hechos consumados, es una excusa más que una explicación); sino para consultar las decisiones que probablemente cambiarán la forma de vivir de los ciudadanos... para eso no hay tiempo (y probablemente ganas, menos aún).
Seguramente hace años que tampoco pisan la calle, ni se mezclan con la gente para interesarse por sus vidas y opiniones sobre la deriva diaria del país, ¿para qué?. Para tomar el pulso del país están los medios de comunicación que les filtran las noticias que les puedan incomodar y sacan la opinión que coincide con sus intereses.
Pero además de esas 14 personas y sus ejército de secretarios, subsecretarios, etc, hay un sector de la población que además de ser votante del P.P. se deben considerar así mismo como parte integrante de ese gobierno, viendo como defienden lo indefendible. Es como si se viesen así mismos en la nómina del gobierno por la manera y las formas en que justifican cualquier cambio en las leyes (por decreto, aprovechando que la mayoría parlamentaria la pinta calva), aunque vaya directamente contra sus propios intereses como ciudadanos. Nunca he entendido eso de: si lo hacen los "nuestros", aunque nos duela, es por nuestro bien. El clásico popular: "sarna con gusto no pica". Esto me hace pensar que lo que tenemos entre manos es un problema de salud pública.
Este gobierno se droga. Su camello habitual de las FAES está cortando demasiado las sustancias dopantes con las que mantiene su adicción. Este gobierno cree chutarse en vena "mierda" de primerísima calidad (así se lo deben vender y por tal lo compra), cuando lo que realmente se mete es veneno puro y además caducado. Pero con todo, que sea malo que este gobierno sea un "yonki", lo peor es que ha conseguido que una parte considerable de la población sea también adicta a la droga. Esa droga con la que el gobierno también trapichea para quedar bien con su camello y de paso sacarse algo de material para consumo propio; y la población, los ciudadanos, son el eslabón más débil en las estructuras del poder y por tanto serán quienes peor lo pasen si mañana deciden desengancharse o (se podría dar el caso) se les corte el suministro por alguna razón que ahora se nos escape.
El gobierno ama demasiado el vicio como para querer dejarlo. Es posible que alguno de sus miembros, hastiado y ahíto de ponerse hasta las trancas, decida darse un descanso. Para ello tienen clínicas (privadas, por supuesto) en entornos naturales, sosegados y envidiables, para descansar, regenerarse y recuperar la forma antes de volver al vicio. El gobierno no tiene cura, solo le salva las transfusiones de sangre que cíclicamente se hace, como dicen que hace el cantante de los Rolling Stones.
Llevamos casi seis meses de gobierno rancio, retrógrado, maniqueo, pretencioso, autoritario y además drogadicto. Se mete en vena cualquier cosa que contenga "neoliberal", "neocon" y derivados. Acabará raspando el yeso de la pared si cree que puede tener trazas de liberalismo garrulo e hispánico a falta de liberalismo tory o tea party. Además, viendo el camino libre y a la gente aborregada y bastante desconcertada, ha decidido echar una mano a su camello habitual (esa fundación llamada FAES) y ponerse a vender droga a la puerta de los colegios (solo en los públicos) y a atracar a los pacientes en la puerta de los hospitales (sí, también solo en los públicos). Ya no le importa nada, ni el que dirán. Han pasado la barrera que ningún gobierno con problemas de adicción debe pasar.
Si cuando la gente que les votó en Noviembre en las elecciones generales, lo hizo a conciencia, sabiendo lo que hacía, creo que no solo no se sentirán defraudados, sino que es posible que su dignidad como ciudadanos libres y responsables, pase a ser una especie de espectro o mal sueño del que apenas recordarán nada al despertar, como si nunca hubiese existido. Cosa que por otra parte, me parece que tampoco les debe preocupar en exceso. No hablo de que sean tontos. La tontería ataca a todas las clases sociales y condiciones, de la tontería no se libra nadie. Hablo de dignidad. Algo que todo el mundo posee al nacer y que nunca jamás debe perder y mucho menos que se la arrebaten.
Este gobierno está intentando crear un proyecto a largo plazo, el Proyecto Murphy, pues las leyes del tal Murphy se les están quedando pequeñas, en el que las leyes cambiarán siempre a petición, deseo y beneficio de esos mismos intereses que les manejan y dictan sus acciones y con los que se muestran de acuerdo de principio a fin, pese a que quieran hacernos creer lo contrario y que lo hacen obligados por las circunstancias.
Irremediablemente la cosa siempre podrá empeorar...especial y exclusivamente para nosotros los ciudadanos. Hasta las simples leyes de Murphy nos parecerán el colmo de la buena suerte, en cuanto este Proyecto Murphy empiece a andar. ¿Que la tostada siempre cae del lado de la mantequilla?.¡Quién tuviera tostadas para dejarlas caer y comprobarlo!...¡aunque fuesen sin mantequilla!.
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