Andrea Fabra, que es la señora que en la fotografía está a la izquierda del señor de traje y gafas oscuras que es su padre Carlos Fabra, se ha convertido en el pim pam pum (por mérito propio) de las críticas por una frase soltada desde su escaño en el Parlamento. Aunque no tenía la palabra en aquel momento, se la oyó. Es lo que tiene ser un hooligan parlamentario, hay que animar al equipo contra viento y marea.
Casada con Juan José Güemes, ex-consejero de Sanidad del gobierno madrileño de Esperanza Aguirre, tiene que dejarnos oír algo más que algún exabrupto desconsiderado. Los jodidos y jodidas de este país se lo agradeceríamos mucho, no la quepa duda. Ha pedido disculpas con la boca pequeña, para arremeter inmediatamente contra el PSOE (faltaría más, que vean sus compañeros de grupo que se gana el sueldo), diciendo que el exabrupto iba contra ellos en lugar de contra los parados. Cambiar la diana de sus dardos no la hace más educada me parece a mí. La señora Fabra es una diputada y como tal creo que debería comportarse y más en sesión parlamentaria. La presencia física más o menos agradable, la elegancia en el vestir y la procedencia familiar no son por sí solas sinónimo de educación. Hay pastores de cabras (incluso cobrando la prestación de desempleo) que saben tratar con respeto a las personas, diferenciándolas de sus cabras.
Soy consciente que para algunas personas (la bancada parlamentaria del PP y algunos de sus votantes y patrocinadores) este exabrupto de la señora Fabra es una mera anécdota sin importancia, una de tantas que se dan día sí y día también en nuestro glorioso Parlamento, pero hay veces en que la anécdota adquiere el valor del detalle, especialmente cuando las circunstancias son graves para el país.
Al día siguiente en que el presidente Rajoy informaba a su peculiar manera (compárese con la manera de esta ministra italiana) en el Parlamento del alcance de los recortes aprobados, el Consejo de Ministros habitual de los Viernes estuvo presidido por el Rey. Este hecho aunque está estipulado en el artículo 62 de la Constitución es de carácter excepcional y por tanto me resulta curioso. Desde la muerte del dictador Franco, creo que el Rey ha presidido 11 Consejos de Ministros. Si fuese algún consejo de administración de esos dónde se cobra por asistir, es seguro que habría presidido alguno más, pese a no ser invitado formalmente. No por el sonido de las monedas, eso es de pobres, no pensemos mal...suena mejor el suave roce de los billetes.
Conociendo la idiosincrasia del gobierno del PP, creo que el motivo de la invitación al Rey por parte del presidente Rajoy para presidir dicho Consejo de Ministros es para guardarse las espaldas y esconderse detrás de la figura real. La valentía típica de la derecha española es legendaria en especial a la hora de rendir cuentas a los ciudadanos, estemos jodidos o casi. En su favor diré que todos los asistentes a dicho Consejo mantuvieron sus caras contritas y serias como dicha ocasión requería. Al contrario que otras veces, ni una mínima sonrisa asomó en sus caras. Van aprendiendo.
Y conociendo la idiosincrasia del Rey, lo que representa y lo que le rodea, creo que el motivo de presidir dicho Consejo es debido primero a: que nunca rechaza una invitación en la que su figura sea realzada y ensalzada ( y que no solo no le cueste, sino que además gane con ello), y segundo a: que está especialmente sensible a las críticas hacia su persona tras un año un poco horribilis (y ganado a pulso) que diría su pariente inglesa Isabel II.
Viendo la foto hecho en falta también a algún representante de la Iglesia como monseñor Rouco Varela para que los poderes fácticos al pleno demuestren que también arriman el hombro en estos tiempos difíciles como ha tomado la costumbre de decir nuestro presidente don Mariano. Por cierto, el otro día me vino a la memoria la magnífica novela de Charles Dickens cuando volví a oír dicha frase de labios del presidente. ¿Estará haciendo un guiño don Mariano a los lectores de dicha novela?. Siempre digo que leer sirve para algo, no solo para pasar el rato.
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