¿No quieres caldo? ¡Toma dos tazas!
La generosidad de nuestra clase política hacia nosotros, su pueblo, llega a ser un tanto cargante, por no decir asfixiante, además de improcedente.
Como esto es una democracia, y el hecho de tener un parlamento parece ser la única manera que tienen nuestros próceres gobernantes de demostrar tal afirmación, parlamentariamente se ha decidido, por amplia mayoría, aprobar la ley de abdicación que, con carácter de urgencia y en menos de una semana, se ha sacado el gobierno de la manga.
Este churro de ley de abdicación, no nos engañemos, es tan solo la punta del iceberg de una cuestión de mucho más calado. El derecho a decidir la forma de gobierno que los propios españoles queramos tener. República o monarquía.
Repito, es la punta del iceberg donde podemos ver a las focas rascándose la barriga, mientras por debajo del nivel del mar, el hielo acumulado da para, en caso de deshielo, inundar la práctica totalidad de las zonas costeras donde toma el sol nuestra sacrosanta constitución. Pero tranquilos, los poderosos suelen quedar a salvo de inundaciones. Sus oficinas suelen estar en los pisos altos de los barrios financieros.
Algo tan esencial como la forma de gobierno no es una cuestión para dejarla por más tiempo arrinconada en el desván de nuestra historia. Y decir que este modelo de estado ya está votado por todos los españoles es cuanto menos retorcido e inexacto. Esta democracia que los españoles nos dimos, según nos cuentan algunos entendidos a la mínima oportunidad que tienen, venía en un pack ahorro de 2+1. Democracia + monarquía. Sí, parlamentaria, pero monarquía. ¿Por qué no haber aprovechado el momento para haber pedido la restauración de la República? Algunos dicen que no era el momento, eran momentos difíciles en los que el riesgo de involución era palpable...Totalmente de acuerdo. Pero ¿y ahora? Ahora, por lo visto, tampoco es el momento debido a que el país está atravesando por dificultades económicas, judiciales y políticas. Vamos, que hay otras cosas más importantes en las que pensar... según nos dicen. Cualquiera que haya intentado pedir un aumento de sueldo estará familiarizado con dicha excusa. Nunca es el momento adecuado. ¿Por qué? Muy sencillo, nadie se deja perder un chollo para toda la vida, y menos de motu proprio. La deshonestidad y la deshonra también visten de Prada.
Algunos seguiremos pidiendo y exigiendo algo tan lógico y democrático como elegir a nuestro jefe de estado... pese a él. Algunos seguiremos ridiculizando y denunciando a la monarquía por muy democrática que se haga llamar. Y si hay algo más tonto que un porquero monárquico, eso es un republicano apoyando una monarquía. No es agradable ver a alguien que se hace llamar republicano ayudar al rey a calzarse las botas con las que da patadas en el trasero a todos aquellos que no son como él, ni llevan su sangre.
Ya sé que hay repúblicas dictatoriales, tantas como monarquías absolutistas. La democracia puede faltar en cualquiera de ellas. No llevan el gen democrático porque sí, a no ser que la democracia forme parte de su ADN. De ahí la necesidad de vigilar el pedigrí democrático a la hora de inseminar cualquier constitución, sea republicana o monárquica.
Este rey que nos deja, juró cumplir las Leyes Fundamentales y guardar lealtad a los Principios del Movimiento Nacional. Con esas mismas palabras. Por lo tanto, si además no olvidamos que se saltó la linea sucesoria que le correspondía a su padre Juan de Borbón para agradar y obedecer la decisión del dictador fascista Francisco Franco, para mí este rey no solamente ha sido ilegítimo, sino que todo su reinado ha sido un fraude. Que ahora diga que abdica en su hijo no me soluciona nada. El error pervive en Felipe VI, mientras no sea un rey refrendado, no solo por el parlamento, sino por el pueblo. ¿Y como se puede refrendar por el pueblo? Para eso están los referéndum. ¿Y qué es un referéndum? Eso que lo conteste la RAE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario