Se antoja raro caminar altiva y orgullosamente, vanagloriándose de nuestra admirable transición, mencionando a todas horas esta bonita democracia que los españoles nos hemos dado, repitiéndonos cada dos por tres lo democráticos, europeos y modernos que somos, y que ahora nos salga la ONU con esa pijada de que España está obligada a extraditar a unos cuantos franquistas.
Y más raro se antoja aún cuando, encima, la ONU tiene que volver a insistir en ello, pues el gobierno de esta, repito, España tan democrática, ha denegado tal petición la primera vez que se le pidió hacerlo.
No creo que esta demostración de «soberanía» se tenga que realizar de esta manera, máxime cuando anteriormente ya hemos dejado bastantes veces dicha soberanía con el trasero al aire, en asuntos más mundanos como el que nos recuerda vergonzantemente la reforma, con alevosía, estío y todos los parlamentarios de vacaciones veraniegas, del artículo 135 de nuestra sagrada constitución. Sí, ese artículo que da prioridad absoluta a los pagos de las deudas antes que a otras nimiedades como los gastos sociales. Por lo visto, cuando los dos grandes partidos políticos, PP y PSOE, firmaron dicha reforma estaban realizando un acto patriótico y absolutamente soberanista... a petición de los mercados, de Bruselas, y del gobierno alemán en patriótica representación, a su vez, del Bundesbank y demás organismos económicos. Todos muy patriotas y todos muy soberanos, por cierto. Incluso, se excusan y secretamente se enorgullecen de ello, autoconvenciéndose de que gracias a esa reforma, el país está remontando la crisis con más fuerza. Igual que los supervivientes del Titanic se autoconvencieron en su día de que se salvaron gracias a dios, pese a que muchos de los náufragos fueron encontrados en balsas en las que habrían cabido bastantes más personas. Pero el ser humano es así, hasta para salvarse hay primera y segunda clase.
España no cede ante los Marshall de la ONU, pese a muchos carteles de «Se busca» pongan en lugares públicos. Normal. ¿Qué se habrán creído? A nadie le gusta que le digan como limpiar los trapos sucios, y al gobierno español menos. Franco no inició y ganó una guerra para que ahora venga nadie a cantarle las cuarenta y pretenda juzgarle «in absentia» acusando a aquellos altos cargos que personalizaron su régimen hasta el final, incluso después de su tromboflebítica muerte.
¿Qué es esa soplapollez de la justicia universal y los derechos humanos? Los enemigos de Dios y de España están donde se merecen, ellos se lo buscaron, y el desamparo de sus familias es un efecto colateral que hay que asumir como pago a los 40 años de paz con los que nuestro glorioso Caudillo nos obsequió a todos los españoles.
Está claro que con estos mimbres no se pueden hacer más que estas cestas. Pero igual, si a los carteles de «Se busca» se le añade un incentivo en forma de recompensa... Ya sabemos que donde hay patrón no manda marinero, y no hay mayor patrón que poderoso caballero Don dinero. Ante él se inclina hasta el más honesto y honrado de los patriotas.
Pedir verdad, justicia y reparación, a algunos puede parecerles una cifra astronómica e inalcanzable de pagar como para siquiera tenerlo en cuenta. Pero lo cierto, es que es una bagatela comparado con lo que, justamente tasado y con la calculadora en mano, deberían pagar todos aquellos que a la sombra de un estado católico-fascista medraron e hicieron medrar a sus familias, a costa del resto de sus propios compatriotas. No añadamos el tacañismo a la lista de cargos.
España no cede ante los Marshall de la ONU, pese a muchos carteles de «Se busca» pongan en lugares públicos. Normal. ¿Qué se habrán creído? A nadie le gusta que le digan como limpiar los trapos sucios, y al gobierno español menos. Franco no inició y ganó una guerra para que ahora venga nadie a cantarle las cuarenta y pretenda juzgarle «in absentia» acusando a aquellos altos cargos que personalizaron su régimen hasta el final, incluso después de su tromboflebítica muerte.
¿Qué es esa soplapollez de la justicia universal y los derechos humanos? Los enemigos de Dios y de España están donde se merecen, ellos se lo buscaron, y el desamparo de sus familias es un efecto colateral que hay que asumir como pago a los 40 años de paz con los que nuestro glorioso Caudillo nos obsequió a todos los españoles.
Está claro que con estos mimbres no se pueden hacer más que estas cestas. Pero igual, si a los carteles de «Se busca» se le añade un incentivo en forma de recompensa... Ya sabemos que donde hay patrón no manda marinero, y no hay mayor patrón que poderoso caballero Don dinero. Ante él se inclina hasta el más honesto y honrado de los patriotas.
Pedir verdad, justicia y reparación, a algunos puede parecerles una cifra astronómica e inalcanzable de pagar como para siquiera tenerlo en cuenta. Pero lo cierto, es que es una bagatela comparado con lo que, justamente tasado y con la calculadora en mano, deberían pagar todos aquellos que a la sombra de un estado católico-fascista medraron e hicieron medrar a sus familias, a costa del resto de sus propios compatriotas. No añadamos el tacañismo a la lista de cargos.
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