Alegrémonos pues. En la hecatombe económica (y de paso política aunque nadie quiera reconocerlo aún) en la que estamos metidos hasta el cuello en Europa, gracias a la generosidad, convertida y alegremente repartida en forma de bonos basura sacados de la chistera de los maestros de la ingeniería financiera, de nuestro amigo el sistema económico norteamericano; y con la ayudita desinteresada de nuestros propios deseos europeos de prosperar, aunque estos deseos choquen frontalmente con la idea (absurda para algunos bienpensantes que dirigen los destinos de este conglomerado llamado Europa) de que prosperar no tiene que ser sinónimo de arruinar a otros, estamos cogiendo el toro por el rabo en lugar de por los cuernos. Estamos asistiendo impasibles al entierro de la democracia tal como se ha conocido hasta hoy. Con la excusa de la crisis, gobiernos de países soberanos se someten al dictado de unos burócratas que nadie a votado y a los que les trae al pairo el que alguna vez alguien pueda hacerlo, porque ese asuntillo de las votaciones es algo que le suena a rancio y antiguo, algo que inventaron los griegos y mira como les va ahora. Asistimos como espectadores de piedra a cambios de gobierno sin consultar al pueblo. Ya no es que no consulten para cambiar constituciones o sistemas políticos para ser gobernados o ingresos en determinados grupos internacionales de índole político o económico, no, ahora directamente no consultan ni quienes van a ser las personas encargadas de dirigir los destinos de las naciones. Ocurrió en Grecia al ser destituido su primer ministro Yorgos Papandreu por Lucas Papademos, curiosamente éste fue exvicepresidente del Banco Central Europeo (BCE). En Grecia, auspiciado por Bruselas, se ha formado un gobierno de unidad nacional para intentar salir del pozo en el que están metidos. Y acaba de ocurrir en Italia. Su primer ministro Silvio Berlusconi ha dimitido ( o eso quiere hacer creer) forzado no por sus escándalos ni por sus causas judiciales sino porque Bruselas así lo ha querido. Se apunta a que un tal Mario Monti, economista por más señas, le podría suceder si la ronda de consultas del presidente Giorgio Napolitano llega a esta conclusión. La ronda de consultas no implica a los ciudadanos italianos por lo visto. Parece ser que los padres de la nación se bastan y se sobran para saber lo que es mejor para los ciudadanos italianos...sin preguntárselo.
En España, tenemos suerte. Como no estamos de momento en la tesitura ni de Grecia, ni de Italia, por ahora (aunque parezca mentira y es posible que un 20 % de economía sumergida que no cotiza al fisco sea la causa de no estar como en otros países) y como además el día 20 de Noviembre hay elecciones generales, en el caso español el cambio va a ser democrático, con luz y taquígrafos. Está claro que con la que cae, el partido que está en el gobierno (en este caso PSOE), tiene los días contados. Pero que el cambio que parece avecinarse, sea el de un partido (el PP) que ha aplaudido, fomentado y beneficiado, desde que hace años estuvo en el gobierno de la nación y sigue haciéndolo desde sus distintos gobiernos autonómicos (prácticamente gobiernan España desde que salieron de la Moncloa, que paradójico), precisamente a las causas que nos han llevado hasta esta crisis, es inaudito. Como inaudito es a su vez que, sin decir esta boca es mía (tal vez porque realmente no es suya), el líder del PP, Mariano Rajoy haya llegado hasta donde ha llegado sin despeinarse. Aunque para esto de que no se despeine tengo una respuesta y es que: ni se ha movido ni le ha dado el aire, porque pelo tienen para despeinarse. En España, al contrario que en Grecia e Italia, no queremos economistas, nos basta con registradores de la propiedad.
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