Prolíficas e Impuestas Majestades:
Han pasado más de tres décadas desde su llegada a este país y los cambios tanto sociales como, me aventuraría a decir, mentales han sido notables entre nosotros los ciudadanos. Se que igual por lo ajustado de escribir esta carta hoy, es día 5 de Enero, no llegue a tiempo (en eso, este país no ha cambiado tanto, las cartas llegan cuando pueden y los trenes llegan cuando quieren o ¿son las cartas cuando quieren y los trenes cuando pueden?, de cualquier forma llegan a destiempo casi siempre) y si llega, doy por sentado que Sus Majestades no perderán su tiempo en leerla, pero yo como no tengo otra cosa que hacer ahora mismo, la escribo y se la mando pese a todo.
Majestades, este año (no solo este, pero especialemente este) me he portado bien. No solo bien, ¡excelentemente bien!. Puede que esté mal el que sea yo quien lo diga, pero es mi carta personal y comprenderán que no voy a decir a nadie que exponga aquí su parecer al respecto, así que tendrán que fiarse de mi palabra.
Bien, el caso es que, como ya he dicho, me he portado bien, por tanto creo estar en mi derecho para pedirles unos cuantos regalos como mandan los cánones en la relación Reyes-Regalos con niño de por medio...pero no lo voy a hacer. Este año no les voy a pedir nada... nada, excepto que reflexionen sobre su propia existencia.
¿Qué les hace creer que son realmente necesarios, no solo para España, sino para los españoles?. En caso de que se vean como alguien imprescindible para los intereses del país (y no para los intereses particulares propios), ¿esa función no la podrían realizar desde otra posición que no fuese el trono real?. Estoy seguro que si fuese así sus aptitudes serían bien recibidas en cualquier oficina de la administración pública, tras presentarse a la correspondiente oposición y aprobarla después.
Tengo la ligera impresión de que pretenden hacer creer (ustedes y los que les apuntalan en el trono) que sus figuras son imprescindibles y las únicas garantes para mantener la unidad de la patria. Como si esa patria no se pudiese desmembrar por otras razones estando ustedes sentados en el trono o por estar a la luna de Valencia que para el caso es casi lo mismo. Pero en fín, igual piensan (ustedes y los que les apuntalan en el trono) que algunos nacen para ser rey y otros para servir a los reyes y no hay más que resignarse ante esta decisión celestial como les gustaba a muchos de sus antecesores reales recordar y hacer hincapié a sus súbditos.
Como no quiero alargarme en exceso y convertir esta carta en un listado de agravios comparativos entre ustedes y el resto de los ciudadanos y como creo que mi petición es sencilla, directa y honesta, me despido sin más y espero que esta sea mi última carta a Sus Majestades los Reyes...de España. Si tengo que escribir otra espero escribirla al ciudadano don o a la ciudadana doña, sin más cargos nobiliarios de por medio, que eso siempre acaba enturbiando las relaciones entre iguales.
Cívica y ciudadanamente reciban un saludo en la distancia. Y reflexionen, altezas, reflexionen.
Salud y República (mejor hoy que mañana).
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