Cuenta la leyenda,
que como todas las leyendas
sabemos que son inventadas,
que la mosca al ser creada por Dios,
se miró,
miró a su alrededor,
se volvió a mirar
y luego miró a Dios...
pero Dios apartó su mirada.
-Padre.
Creaste al hombre
a tu imagen y semejanza.
¿Porqué él y no yo?.
Preguntó la mosca a Dios.
Pero Dios callaba y no la miraba.
-Padre.
Veo la majestuosidad del águila cuando vuela.
Veo la fortaleza del león cuando camina pisando firme la tierra.
Veo al pez nadar por el río y por el mar.
Veo hasta la sinuosidad de la serpiente arrastrándose por el suelo...
y en todos ellos te reconozco,
en todos ellos te siento y te veo.
¿Tú te ves en mí al mirarme?.
¿A quién ves al verme?.
¿Qué ves al verme?.
¿Por qué no me miras?
Preguntó de nuevo la mosca a Dios.
Pero Dios callaba y no la miraba.
Entonces la mosca lloró
y de sus miles de ojos
dos lágrimas brotaron,
solo dos lágrimas tan grandes como su cuerpo.
Y como no pudo llorar más,
las dos lágrimas se partieron.
Entonces Dios por primera vez la miró.
Sonrió y aplastó las lágrimas con su dedo.
Lás lágrimas aplastadas por Dios
se convirtieron en finísimas láminas de cristal
y la mosca agradecida voló...
La mosca,
seca y árida ya de lágrimas para la eternidad,
nunca más pudo conseguir que Dios la volviese a mirar
y mucho menos que la volviera a tocar.
La mosca,
seca y vacia de lágrimas y llena de pena y de rabia
aleja su zumbido lo más que puede al sentir su presencia,
mientras intenta recordar entre montañas de inmundicia y estiércol,
que pudo haber hecho para que Dios jamás la diese una oportunidad
pese a permitirla volar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario