sábado, 4 de agosto de 2012

Gangrena

(*)
Al principio se manifestó en uno de los dedos meñiques del pie pero nadie, empezando por nosotros mismos, hizo caso ni le dio mayor importancia.¿El dedo meñique de un pie?. Hay cosas mayores y de mayor importancia de la que preocuparse
En apenas unos días todo el pie estaba infectado y hubo que amputar. Los "sanadores" dijeron que la infección ya no suponía ningún problema y seguimos con nuestras vidas.
No pasaron ni un par de semanas cuando notamos que algo no iba del todo bien. La infección había vuelto a aparecer y llegaba a la altura de la rodilla. Los cirujanos para curarse en salud decidieron cortar por lo sano y amputaron lo que quedaba de la pierna hasta llegar a la misma ingle.
No es plato de buen gusto perder una pierna sin ni siquiera haber metido la pata pero al menos seguíamos vivos, podíamos acariciar a nuestros hijos y esposas y abrazar a la familia y amigos y nos adaptamos a vivir con una sola pierna. Nos tomábamos la medicación recetada por los profesionales de la salud y seguíamos un régimen estricto y permanentemente supervisado por los mejores "sanadores" o al menos eso creímos. Pensamos que la pérdida compensaba todo lo demás que habría de venir y que fue obligatoriamente y necesario hacerlo (nos repitieron una y otra vez)...por nuestro propio bien, pero nos equivocamos, nos hicieron equivocar.
Inexplicablemente la infección afectó también a la otra pierna. Los profesionales no se explican como ocurrió. Algunos de ellos dicen que es un virus altamente contagioso y difícil de detectar, pero esa explicación nos suena a simple y llana impotencia. Nos suena a reconocimiento de su ignorancia supina ante lo que realmente provoca la persistente infección. No queremos pensar que saben como atajar de una vez por todas la infección que nos ataca y amenaza con matarnos y que no lo hacen por motivos espurios e inconfesables.
El caso y la verdad es que ya no tenemos piernas. Ya jamás avanzaremos si no es gracias a una silla de ruedas. Podemos seguir acariciando y abrazando a nuestros seres queridos pero para eso ellos se tienen que agachar y ponerse a nuestra altura.
Ya no nos fiamos de nuestros "sanadores". O son unos auténticos ignorantes o les teníamos sobrevalorados o puede que las dos cosas.
A veces pensamos en la dos piernas que ya no tenemos. Creemos sentirlas ahí e intentamos levantarnos de la silla de ruedas a la que estamos anclados. Pero no es un mal sueño, la verdad es que jamás volveremos a andar.
¿Puede haber algo peor que perder las dos piernas en un corto espacio de tiempo?. Sí. Perder también los dos brazos en el mismo corto espacio de tiempo.
Esa vieja y conocida infección volvió a hacer de las suyas. Primero se comió los dedos de nuestras manos uno a uno y rápidamente como en el juego infantil de los dedos: "El pulgar fue a por leña, el índice le ayudó, el corazón encontró un huevo, el anular lo frió y el meñique se lo comió".
Cuando quisimos darnos cuenta tuvimos unos preciosos muñones en lugar de manos y tras la palabras de rigor de tranquilidad de los expertos sanadores siguió la amputación total de nuestros brazos.
Ya no podemos acariciar ni abrazar a nuestros seres queridos, ni a nadie para ser sinceros. La verdad es que a estas alturas no es que tengamos muchas ganas de hacer nada y lo poco que nos gustaría hacer no podemos hacerlo por estar impedidos físicamente. Apenas nos quedan ganas ni de escupir, que dicho sea de paso es la única agresión física que podemos hacer en estos momentos.
Sabemos de sobra que el verdadero culpable es la infección que nos gangrena, pero no por ello dejamos de pensar en aquellos expertos que una vez nos dijeron que cierto grado de infección es bueno para hacer reaccionar al cuerpo y permitieron que la infección campeara a sus anchas, al principio controladamente y después sin ningún control.
Ya no nos quedan miembros que puedan amputar. Todas las amputaciones eran "por nuestro bien" y ahora nos morimos sin remedio tumbados en una mesa de disecciones. Vivir siendo una cabeza pensante pegada a un tronco inmóvil no se puede decir que sea una vida plena. Apenas se puede llamar vida a esa situación.
Ahora solo recordamos como una vocecilla apagada y olvidada en el tiempo nos susurraba con toda la inteligencia de la sabiduría y la auténtica experiencia que da el simple hecho de vivir en paz consigo mismo y con los demás, lo conveniente y saludable que es cortarse bien las uñas de los pies pues si no al crecer pueden hacerlo mal y clavarse en la carne provocando una pequeña infección.

(*) Fotograma de la película Dead Snow (Zombies Nazis)




No hay comentarios:

Publicar un comentario