martes, 7 de agosto de 2012

Verano, pasión y viajes.

El verano es lo que tiene, desata las pasiones hasta el extremo de cegar la razón. Aprovechando esto es posible que el gobierno también desate sus pasiones y nos convierta este mes de Agosto en una pasión en su sentido religioso de dolor y recogimiento, con algún sobresalto en plan "intervención económica por completo".
Antes preferiríamos que nos volviesen a emitir, en un bucle infinito en el que se repone permanentemente, la famosa serie Verano Azul repetida hasta la extenuación, pero va a ser que no. Este Agosto nos conformaremos con la reposición en la televisión pública de Curro Jimenez que va de bandoleros...  definitivamente este verano huele a intervención. Ojalá me equivoque y nuestra mayor preocupación sea la de elegir que nombre poner  junto al nuestro en los coranzoncitos que dibujemos en la arena de la playa. Está claro que el significado de pasión no es el mismo para todos. Para una mujer puede ser la visión de un torso bronceado y rasurado vestido con vaqueros ceñidos al estilo del anuncio de Coca-Cola que hizo furor hace años entre las féminas y en parte del barrio de Chueca. Para un hombre es más fácil, con que nos dirija la palabra una mujer nuestra pasión se desboca cuál caballo salvaje y sin más preámbulos pasamos (o intentamos pasar) a mayores. Para el gobierno cualquier motivo que vaya en contra del bienestar de sus ciudadanos es suficiente para desatar su pasión; al igual que la mayoría de los hombres no necesita mucho para ponerse a tono.
El país, mientras se tuesta el torso y la espalda en las playas de nuestro litoral, vigila con un ojo a los mercados y su persistente prima de riesgo, mientras con el otro ojo vigila su paupérrima cartera escondida en la mochila bajo las toallas, no por miedo a los descuideros, si no por miedo a que el gobierno vuelva a sorprendernos "por el bien de todos" con alguna nueva subida impositiva o más recortes sociales y salariales y no nos llegue la extra de verano (el que la haya cobrado) para acabar el ídem.
A la hora de comer hemos sustituido el primer y segundo plato mas vino, postre y café del menú del chiringuito playero por un plato combinado y un vaso de agua del grifo y aún tendremos que apañarnos con un café con leche a palo seco para desayunar y un bocadillo de chóped de cena si queremos alargar nuestra estancia playera una semana.
Claro, también nos pueden echar en cara que si no hay dinero para disfrutar holgadamente de unas auténticas vacaciones estivales, pues que nos quedemos en casa. Pero bajo mi punto de vista, todo el mundo debería poder permitirse una semanita al año en la playa. Tampoco es tanto me parece a mí.
Dejar los viajes exóticos y esos viajes programados a destinos "envidiables" para quienes puedan permitírselo y para quienes piensen que viajar es destrozarse el cuerpo y la psiquis en un vuelo de bajo coste para ver un par de sitios "de esos que hay que ver aunque solo sea una vez en la vida para decir que los has visto" a más de dos mil kilómetros de casa en menos de una semana. Viajar en la actualidad es eso, por eso no viajo.
Descansar unos días en la playa no es difícil en un país que es una península, y pasear por los montes y montañas aprovechando que algunos de ellos no se han quemado aún, son dos cosas que no necesitan mucha logística y previsión. Incluso pasando el verano viendo la temperatura del termómetro digital de la esquina de casa se puede pasar el verano perfectamente. Yo alguna vez lo he hecho y recomiendo la experiencia. En la sencillez suele encontrarse el acierto.
Así que vayan dónde vayan o se queden dónde se queden este verano, recuerden que el verano no es más que una estación que como empieza se acaba. No pierdan de vista sus carteras y vigilen al gobierno. Lean algún libro, vean alguna buena película (a ser posible en blanco y negro) y piensen que ninguno de nosotros, los ciudadanos de a pie, hemos tenido la culpa de lo que pasa y por lo que nos están haciendo pagar. Y por lo que más quieran usen protector solar.





1 comentario:

  1. Pues mira, otra forma de pasar el verano que me he encontrado de la manera más casual,es leyendo tus entradas que son buenísimas. No, si vigilarlos los vigilo, pero solo me sirve para que me suba la tensión por las nubes... Si es que me da vergüenza ser española¡¡¡¡¡ Bueno, que encima ni lo soy, porque soy hija de emigrantes de los años 50. En fin, a no desesperar, que como bien dices el verano empieza y acaba como todo, y los 38 grados a la sombra no son eternos, afortunadamente. Saludos alados.

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